Uno de los puntos más altos de la excelencia de la vida
cristiana y también una de las grandes aportaciones del cristianismo a la vida
social, a la convivencia, a las relaciones humanas es la cuestión del perdón.
Ser capaces de pedir perdón es un paso de la conciencia que juzga la propia
vida, se da cuenta del daño que ha causado en otras personas.
Una de las herramientas más poderosas del cristianismo es la
petición del perdón. Es verdad que, en el origen, es una cuestión de nuestra
relación con Dios: nosotros le pedimos perdón a Dios de las cosas malas que
hacemos pero no solamente en relación con Él, sino también en relación con la
sociedad, a la otras personas. El daño que causamos es también siempre una
ofensa a Dios.
Juan Manuel Cotelo nos regaló una maravillosa película sobre
el perdón “El mayor regalo”. Uno de los testimonios que nos cuesta es el de una
joven embarazada es obligada a abortar por su propia madre, pero el bebé se
salva milagrosamente. Así comienza esta asombrosa historia de amor y
reconciliación deseando que pueda hacer mucho bien.
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