¿Puede la ciencia demostrar la
existencia o inexistencia de Dios? Todos nos hemos hecho alguna vez esa
pregunta. Y quizás no todos tengamos la respuesta clara. Es probable que en
ocasiones dudemos. Si eres de los que se hace preguntas y quiere seguir investigando
sobre la existencia de Dios, aquí tienes un vídeo con algunas respuestas (y
muchas otras preguntas).
1. ¿PUEDE LA CIENCIA DEMOSTRAR LA EXISTENCIA DE
DIOS?
La ciencia no puede demostrar la
existencia de Dios porque la ciencia, en el sentido moderno de la palabra, vale
sólo para las cosas perceptibles por los sentidos, puesto que sólo sobre éstas
pueden ejercitarse los instrumentos de investigación y de verificación de que
se sirven las ciencias experimentales. Pretender probar en un laboratorio la
existencia de Dios equivaldría a reducirlo al rango de los seres de nuestro
mundo, lo cual supondría un error metodológico de partida.
2. ¿PUEDE LA CIENCIA DEMOSTRAR LA
NO EXISTENCIA DE DIOS?
No. En absoluto. Por la misma
razón que no puede demostrar su existencia, porque el método científico no
puede responder a la pregunta por la existencia de un Ser que, si existe,
excede completamente los límites de la ciencia. La ciencia debe reconocer sus
límites: no puede ni afirmar ni negar la existencia de Dios.
Hay quien piensa que la ciencia,
a medida que se va desarrollando, va destruyendo poco a poco la necesidad de
creer en Dios, hasta que llegará un momento en que ya podremos explicarlo todo
por nosotros mismos, y quedará en evidencia la inexistencia de Dios. Se trata
de una concepción cientificista, y, hay que decirlo, bastante simplista, pues
cuanto más avanza la ciencia en su conocimiento de las cosas, más se confirma
la exigencia de que exista una Inteligencia superior que las ha creado y
ordenado.
3. ¿PUEDE LA CIENCIA APORTAR ALGO
A LA FE?
Si, sin duda. Dios ha dotado al
hombre de inteligencia para que se pregunte por las cosas, para que busque, y
encuentre. De manera que, aunque las ciencias experimentales no puedan
demostrar la existencia de Dios, los científicos pueden descubrir en el mundo
las razones para afirmar la existencia de un Ser que lo supera. Muchos
científicos han hecho este descubrimiento, y en sus investigaciones han
encontrado múltiples argumentos para afirmar que la existencia de Dios es
razonable.
Así lo expresaba Pierre-Paul
Grassé, famoso zoólogo francés: “Si yo he vuelto a la fe ha sido a través de la
ciencia, a través de un proceso científico (…). El azar no puede ser una
explicación. Es materialmente imposible. Esta opinión la comparten también los
físicos: por falta de tiempo y por no haber suficientes combinaciones posibles.
Una suma de azares no crea una ley; una suma de azares no crea la adaptación
(…)”.
4. ¿CUÁL ES LA RELACIÓN ENTRE FE
Y CIENCIA?
No puede haber nunca desacuerdo
entre fe y ciencia. Todo tiene su origen en Dios, y Dios no puede negarse a sí
mismo, ni lo verdadero puede contradecir jamás a lo verdadero.
Como señala Juan Pablo II en su
encíclica Fides et ratio, “No hay motivo de competitividad alguna entre la
razón y la fe: una está dentro de la otra y cada una tiene su propio espacio de
realización”. “En Dios está el origen de cada cosa, en El se encuentra la
plenitud del misterio, y ésta es su gloria; al hombre le corresponde la misión
de investigar con su razón la verdad, y en esto consiste su grandeza”.
5. ¿QUÉ LE APORTA LA FE A LA
CIENCIA?
La fe protege a la razón de toda
tentación de desconfianza en sus propias capacidades, la estimula a abrirse a
horizontes cada vez más amplios, mantiene viva en ella la búsqueda de los
fundamentos y, cuando la propia razón se aplica a la esfera sobrenatural de la
relación entre Dios y el hombre, enriquece su trabajo.
Benedicto XVI propone que para
salir de la situación de relativismo en relación con el alcance del
conocimiento de la razón, hay que ampliar el concepto de razón y de su uso.
Para lograrlo, es preciso que la razón y la fe se reencuentren de un modo nuevo,
superando la limitación que la razón se impone a sí misma de reducirse a lo que
se puede verificar con la experimentación, y se vuelva a abrir su horizonte en
toda su amplitud.
6. ¿CÓMO HAY QUE INTERPRETAR EL
RELATO BÍBLICO DE LA CREACIÓN? ¿TIENE ALGUNA RELEVANCIA PARA NUESTRA VIDA?
La primera página de la Biblia
nos dice que “en el principio, Dios creó el cielo y la tierra” (Gn 1,1), y a
continuación nos ofrece el conocido relato de la creación en seis días.
Obviamente, no se pueden interpretar estos primeros capítulos del Génesis de
forma literal, pues nos podría ocurrir lo que a Einstein, que perdió la fe a
los nueve años cuando comenzó a leer libros de divulgación científica, porque
había contradicción entre ellos y el primer capítulo del Génesis.
Pero tampoco podemos pensar que
se trata de un mito o de una pura ficción alegórica. Los primeros capítulos del
Génesis nos quieren transmitir una verdad, y lo hacen a través de un relato. La
verdad que nos quieren transmitir es una interpretación de la historia humana
recurriendo al origen. Y es que la cuestión de nuestro origen es tan importante
para toda la vida humana que Dios nos ha querido revelar todo lo que es
necesario conocer a este respecto. Del capítulo 1 del Génesis podemos sacar
tres conclusiones importantísimas: que todo lo que existe es obra de Dios; que
sólo Él es creador y que todo lo que existe es bueno y depende de Él.
Esto es lo que nos enseña la
Biblia sobre el origen del Universo. La Biblia no nos enseña Física ni
Astronomía, la Biblia nos enseña lo que no podemos averiguar por nosotros
mismos y necesitamos saber para el sentido y la orientación de nuestra vida y
de nuestro obrar. Como decía Galileo, la Biblia nos enseña “no cómo van los
cielos, sino cómo se va al Cielo”.[1]Ibid., 290.
7. ¿EN QUÉ CONSISTE TENER FE PARA
UN CRISTIANO?
Los cristianos no creemos
simplemente una serie de proposiciones teóricas acerca de Dios, sino que
creemos en Alguien real, vivo, personal, con quien nos relacionamos y nos
comprometemos.La fe es un encuentro personal del hombre con Dios en Cristo.
La fe no puede ser algo puramente intelectual,
porque Dios no es una idea, ni una teoría, sino Alguien que se dirige al
corazón del hombre esperando una respuesta, y esa respuesta debe brotar,
también, desde el corazón. Pero la fe tampoco se puede reducir al nivel
meramente afectivo, sino que implica la entrega de todo nuestro ser a Aquel que
nos ha creado y nos ama. En una palabra, es un acto de confianza absoluta.La fe
consiste en decir sí a Dios y decir sí al proyecto de Dios. La fe consiste en
decir sí a la invitación de Dios, confiarse a Él, comprometerse con Él, dejarse
amar por Él y corresponder a ese amor.Confiar en Dios implica estar dispuesto a
dejarse transformar y a cambiar de vida, dejando que sea Él quien conduzca
nuestra vida. La fe consiste en una disponibilidad total, y en la confianza
inquebrantable en Dios, que nunca defrauda, porque es fiel (1 Cor 1,9).
8. ¿PODEMOS ELEGIR NOSOTROS
MISMOS TENER O NO TENER FE?
La acogida y adhesión personal a
Jesucristo es posible sólo gracias a un don. Ningún hombre puede llegar a tener
fe con sus solas fuerzas naturales, por mucho que se esfuerce. No basta con
“querer creer”: hay que recibir el don de lo alto. Por eso hay quienes
quisieran creer y no pueden. La fe es un don absolutamente gratuito, una virtud
sobrenatural infundida por Dios (Catecismo de la Iglesia Católica, 153).
Por tanto, no puede haber fe allí
donde no ha habido una llamada particular de Dios, una atracción que ha
resonado en el alma del creyente y lo ha impulsado a acoger la palabra divina.
Por eso dice el profeta Jeremías: “Me has seducido, Yahveh, y me dejé seducir;
me has agarrado, y me has podido” (Jer 20,7).
9. ENTONCES, SI LA FE ES UN DON
DE DIOS, ¿QUIERE ESTO DECIR QUE LA FE SE NOS IMPONE?
La acción de Dios no se impone al
hombre, sino que requiere una adhesión libre y consciente. La fe es
indisolublemente gracia y respuesta libre del hombre.
La fe es, pues, un acto libre, un
compromiso libremente asumido, la adhesión voluntaria y libre de todo nuestro
ser al Dios vivo que se manifiesta en nuestro corazón. Dios llama a los hombres
a servirle en espíritu y en verdad, por lo que quedan vinculados por su
conciencia, pero se trata de una invitación, nunca de una coacción. Cristo
invitó a la fe y a la conversión, pero no forzó jamás a nadie. “Dio testimonio
de la verdad, pero no quiso imponerla por la fuerza a los que le contradecían.
Pues su reino… crece por el amor con que Cristo, exaltado en la cruz, atrae a
los hombres hacia Él” (Concilio Vaticano II, Declaración Dignitatis humanae,
11).
Los que reciben la llamada de
Dios pueden aceptarla o rechazarla; pueden abrir su corazón o cerrarlo. Dios
respeta nuestra libertad hasta tal punto que se arriesga a ser rechazado y
despreciado por el hombre. El que quiera vivir de espaldas a Dios puede
hacerlo, aunque haría bien en tener en cuenta que es una decisión que tiene
consecuencias eternas, pues el rechazo a Dios no puede ser indiferente, sino
que es siempre culpable (Jn 3,18; 8,24; Lc 8,10; Mt 13,11; 2 Ts 1,8-2; 2,10-12;
Rm 10,16; 1 Tim 1,19). Y es importante
destacar que nadie pierde la fe sin culpa propia, ya que Dios no abandona a
nadie, si no es Él abandonado primero.
10. ¿PUEDE UNA PERSONA RAZONABLE
Y SENSATA TENER FE?
La acogida de la fe no es un acto
irracional, un abandono irresponsable y ciego. Ciertamente, el contenido
objetivo de la fe no es algo evidente ni demostrable, pues si fuera objeto de
una demostración racional no sería un acto libre. Pero eso no quiere decir que
en el acto de fe se prescinda por completo de la razón. “El creyente tiene, por
lo menos, que haber conocido por sí mismo lo bastante para comprender de qué se
trata” (Josef Pieper, Las virtudes fundamentales, Rialp, Madrid 1997, p. 306).
Si la Palabra de Dios nos resultara
total y completamente incomprensible no podríamos ni creer ni dejar de creer en
ella. ¿Cómo podríamos creer en Cristo y en su mensaje, si no fuésemos capaces
de entender absolutamente nada? No se puede tener fe en algo que carece de
sentido. Por eso dice San Agustín que sin previo saber no hay fe alguna, y que
nadie puede creer a Dios si no entiende alguna cosa. Y Santo Tomás afirma que
“el hombre no podría asentir por la fe a ninguna proposición, si no la
entendiese de alguna manera”.
TOMADO DE RELI CASAS NUEVAS
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