Las Bienaventuranzas constituyen el eje central del Evangelio y de la predicación de Jesús sobre el Reino de Dios. El evangelio de Mateo muestra este discurso dirigido a una comunidad de cristianos, para recordarles quiénes son los primeros destinatarios de su Reino y cuáles son las actitudes y los valores que deben tener los que así se llaman.
Cuando leemos las Bienaventuranzas, puede parecer que esas actitudes van en contra de la felicidad del ser humano.
¿Cómo pueden ser felices los pobres, los que lloran o los que son perseguidos? Estas parecen las normas a seguir para no triunfar nunca en la vida. Sin embargo, Jesús es el primero que las hace realidad en su propia carne, mostrando así que se puede ser feliz viviendo la transformación que produce el amor.
Bienaventurados los pobres… Él fue «el pobre» material y espiritualmente hablando. Nació pobre, no tenía dónde reclinar la cabeza y su corazón estaba abierto en plenitud a su Padre; vivió como un trabajador, murió desnudo y en sepulcro prestado. No ambicionó nada, no se apegó a nada. Su única riqueza era Dios.
Bienaventurados los mansos… Él fue «el manso», el hombre bueno. Su dulzura enamoraba a los que se encontraban con Él. Su bondad y ternura atraía a todos. Los enfermos le buscaban, los pecadores se sentían perdonados solo con verle. Consolaba a los que sufrían…
Bienaventurados los que lloran… Él conoció las lágrimas. Lloró por Jerusalén, lloró ante su amigo Lázaro difunto, lloró lágrimas de sangre en Getsemaní por los pecados de todos los hombres... y sus lágrimas muestran que tenía humanidad y sabía lo que era sufrir en sí mismo, pero sobre todo que conocía el sufrimiento humano.
Bienaventurados los que tienen hambre… Nadie como él tuvo hambre de hacer la voluntad de su Padre. Nadie como Él deseaba y ansiaba ver a los seres humanos vivir en justicia como hermanos: «Padre que todos sean uno».
Bienaventurados los misericordiosos… La vida de Jesús fue un despliegue de misericordia, amor y sobre todo perdón. Él es el padre del hijo pródigo que recibe cariñosamente al hijo perdido y, también, el pastor de la oveja descarriada. Sus milagros brotan de la misericordia, que es capaz de perdonarlo todo y a todos. Muere perdonando a sus ejecutores: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen».
Bienaventurados los limpios… Él era la pureza, la sencillez y la humildad encarnadas. Su sencillez le lleva a arrodillarse para lavar los pies a sus discípulos, haciéndose humilde y olvidándose de que era el Hijo de Dios.
Bienaventurados los pacíficos… Jesús vino a traer la paz a los hombres. En los momentos más críticos de su vida, siempre opta por una solución pacífica a los conflictos que le plantean. Al despedirse en la última cena, antes de morir en la cruz dijo: «La paz os dejo, mi paz os doy». Tras su resurrección, desea la paz a los suyos como signo de su vida.
Bienaventurados los perseguidos… Fue solidario con todos y con todas las causas que despojan de dignidad al ser humano. Fue perseguido por causa de la justicia y por la justicia inmolado. Era demasiado sincero, demasiado honesto para que sus contemporáneos pudieran soportarle.
Las actividades que se pueden trabajar con el póster, buscan la posibilidad de relacionar cada una de las Bienaventuranzas con un valor concreto. Es posible que, antes de hacerlo, en algunos cursos superiores se lea la explicación de por qué Jesús encarna las Bienaventuranzas, realizando actividades de comprensión del mismo. A continuación, se propone relacionar cada una de ellas con un valor concreto de los que aparecen en el póster a lo largo del camino. La relación puede quedar establecida de la siguiente manera:
POBREZA - Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de Dios.
BONDAD - Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
HUMANIDAD - Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
JUSTICIA - Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
PERDÓN - Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
HUMILDAD - Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
PAZ - Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
SOLIDARIDAD - Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de Dios.
Joaquín Romero y Ángel Ortiz, profesores de Religión de la diócesis de Getafe.
MÁS RECURSOS SOBRE LAS BIENAVENTURANZAS:
1. EJERCICIO Y SOPA DE LETRAS, BIENAVENTURANZAS.
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1. EJERCICIO Y SOPA DE LETRAS, BIENAVENTURANZAS.
gracias¡¡
ResponderEliminarMe encanto muchas gracias
ResponderEliminarlindo
ResponderEliminarGracias por el material me sirvió de mucho. Bendiciones
ResponderEliminarÉpico
ResponderEliminargracias me ayudo
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