El programa de TRECE, Solidarios
por un bien común, se ha centrado, en un programa anterior, en los seis
millones de personas que viven al límite de la pobreza en España. La Iglesia, a
través de Cáritas y otras entidades, ayuda a quienes viven al límite de la
marginalidad a salir de la espiral de la deuda.
Todos los días nos cruzamos con
miles de personas por la calle, en el trabajo, en el ascensor, y no nos damos
cuenta que muchas de ellas pueden estar pasando por dificultades graves. Seis
millones de personas viven al límite en España: algunos de los motivos
principales son el empleo precario e insuficiente y la imposibilidad de acceder
y mantener una vivienda debido a los altos precios del alquiler.
Tener un empleo ya no es sinónimo
de poder vivir: el 12% de la población que está trabajando en España vive en
situación de exclusión social. La Iglesia, a través de Caritas Diocesana u
otras de sus instituciones acompaña a muchas de estas personas en su lucha
diaria.
Desde el ejemplo de Madrid, el
programa, hace visible un problema que está más cerca de nosotros, de lo
podemos pensar.
Miles de personas deben elegir
entre pagar un alquiler o hacer la compra. “Las familias que acompañamos son
personas que siguen ancladas a la crisis, con trabajos precarios, una vivienda
en condiciones de higiene inadecuadas, pobreza energética, no hay oferta de
vivienda pública suficiente, no hay alquileres acordes a economías precarias,
no hay empleos o salarios que permitan que una familia salga de la espiral de
la deuda. Hay una tormenta perfecta que mantiene una parte de la sociedad, la
más fragilizada, en exclusión severa”.
A todos ellos, la entidad les
ofrece dos tipos de ayuda: “una ayuda material y otra profesional, en la que
acompañamos a la persona reforzando sus debilidades y fomentando sus
fortalezas” subraya Rosalía. “Procuramos acertar cuáles son las debilidades y a
partir de allí hacemos un plan de acompañamiento” nos cuenta Rosalía que añade
que, “para las personas que son expulsadas de su vivienda, contamos con
alojamientos temporales en los que hay un gran porcentaje de mujeres solas con
hijos”.
Desde Cáritas, se denuncia, ante los
poderes públicos, la situación de un millón de personas que tiene problemas de
alojamiento. Nuestro objetivo es que, para ellos, acceder a la vivienda no
suponga ver cercenados sus derechos.
También, muchas de sus familias
no pueden encender la calefacción cada invierno porque no tienen recursos
suficientes para pagar la factura. Laura trabaja con Cáritas y afirma que “las
principales necesidades son el tema laboral porque hay muy poca oferta, el tema
formativo, y otra de las dificultades es el tema de los suministros”.
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