El número de personas sin hogar
es un fenómeno que va en aumento y durante esta crisis del coronavirus la
situación se ha empeorado. Se estima que en España hay cerca de 40.000 personas
viviendo en la calle. Aunque no son mayoría, las mujeres son el colectivo más
vulnerable, más de 50% sufre violencia de todo tipo. Pero la calle no es
peligrosa para las mujeres, también lo es para los hombres. Vulneración de
derechos, invisibilidad, sufrimiento, inseguridad o agresiones son solo algunos
de los problemas a los que se enfrentan. Una labor que TRECE ha abordado en el
cuarto episodio de “Solidarios por un bien común”. Un programa que nos hace ver
cómo la Iglesia está detrás de los invisibles, de las personas que muchas veces
son olvidadas por la sociedad.
Vamos a ver su trabajo por medio
del ejemplo de tres proyectos de Cáritas en Madrid:
Proyecto Cedia Mujer
A través de más de 9000 centros
asistenciales la Iglesia ayuda a las personas sin hogar e intenta que salgan de
esta situación. Solo en Madrid hay cerca de 2800 personas sin hogar. En el
distrito del Retiro en Madrid se encuentra Cedia Mujer, un proyecto de ayuda
para las mujeres que se encuentran en situación de sin hogar.
Lo que buscaban era crear era un
hogar donde podían volver a sentirse en familia: “Algunas mujeres sufrían
abusos, no se encontraban a gusto y ellas nos pedían, como Iglesia y también
como entidades, que las apoyáramos en esto y que creáramos un espacio solo para
ellas, donde durante el día lo pasan conjuntamente con otras personas, y luego
por la noche que pudieran descansar y estar tranquilas que no les va a pasar
nada”. Sobre el ser mujer y estar en la calle, Rebeca lo tiene claro: "Es
muy duro, es una situación muy vulnerable y están expuestas a muchos más
peligros que los hombres”.
Proyecto Cedia 24h
Los servicios de Cedia, en el
barrio de La Laguna, están abiertos los 365 días del año y las 24 horas del día
por lo que es, a todos efectos, un centro de emergencia. Rebeca nos cuenta que
“está abierto para todos, pero tenemos algunos perfiles prioritarios como
pueden ser mujeres o jóvenes, personas con situación cronificada de calle e
intentamos dar la mayor cobertura que se puede dar a estas personas”.
Sobre los días de permanencia en
el centro nos dice que “al ser un centro de emergencia tenemos una media de 21
días de permanencia, pero hay todo tipo de personas. Intentamos trabajar con
ellos para que puedan salir de esta situación y ser palanca de cambio para
mejorar su vida”. Además nos confiesa que “ahora mismo el centro tiene una
ocupación plena y ahora estamos anotando los casos más prioritarios, pero hay
muchas veces que tenemos que decir que no”.
En el centro nos encontramos con
Rosalía Portela, presidenta de FACIAM, que nos cuenta un poco la historia de
esta Red de entidades que "tienen en común la acogida y la atención a
personas sin hogar. Es una iniciativa que surgió desde 40 años como respuesta
al problema de lo que entonces se llamaban transeúntes, personas vagabundas, en
definitiva, personas sin hogar”. Añade Rosalia que "a partir de allí nace
con vocación de servicio de acogida y asume como necesidad la visibilización,
el destacar en la ciudadanía que son personas. Y cada año salimos a la calle,
con campañas dinámicas y activas, destacando eslóganes de situación del
momento”.
Sobre lo que le aporta este
trabajo nos confiesa que le "pone en la tierra, me hace ver la diferencia
entre lo que es el deseo, me lleva a lo que es la posibilidad, me sitúa en el
plano de los derechos humanos. De hecho, decimos que un hogar es más que un
techo. Y lo que pedimos es hogares”.
El servicio de lavandería es uno
de los pilares del proyecto porque las personas que se encuentran sin hogar
tampoco tienen recursos para poderse permitir comprar ropa, y la que tienen la
dejan para lavar.
Reparto de bocadillos para
personas sin hogar
Otro servicio de Cáritas que se
hace a través la Pastoral Universitaria es el reparto de bocadillos para
personas sin hogar. Miguel, uno de los voluntarios de este servicio, nos cuenta
cómo se organiza todo: “Hacemos varios grupos sabiendo el número de voluntarios
que vienen. Lo primero es preparar la comida, que una parte la traen los mismos
voluntarios y la otra la pone Cáritas, y luego se sale a repartir en diferentes
rutas y en diferentes grupos”. Raquel, voluntaria, lleva un par de años
ayudando, y nos confiesa que le aporta "mucho compañerismo, conoces a
mucha gente, y te sientes útil cuando ayudas a la gente que está en la calle y
que lo están pasando muy mal. Cuando vuelves a tu casa valoras más todo lo que
tienes”.
Irene, una catequista ha llevado
el propio grupo de niños a ayudar con el reparto, “llevamos mucho tiempo
explicando que es la misión y un voluntariado que tenga ese componente de fe y
por lo que veo está funcionando”. Además, ella cree que “este servicio
demuestra que la Iglesia son también los jóvenes”.
Luis Martín, voluntario de
Pastoral Universitaria Cáritas, añade que “el objetivo del bocadillo solidario
es, en primer lugar, obviamente, darle algo de comer a la gente que está sin
dinero para poder comprar comida. Luego hay también gente que están en la
calle, pero alimento no les falta, pero lo que sienten es mucha soledad, no
tienen a alguien con quien hablar”.
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