El programa de TRECE 'Solidarios
por un bien común' que se emite cada viernes ha abordado el trabajo que
desempeña la Iglesia con mujeres que han sido víctimas de la trata, la
esclavitud del siglo XXI. Se estima que dos millones y medio de personas son víctimas
de la explotación de cualquier tipo en todo el mundo. Sin embargo, no es fácil
detectar esta lacra. Como ejemplo, en España sólo identifica a una de cada
veinte mujeres que la sufren.
Son muchas las organizaciones
eclesiásticas que trabajan para lograr que estas mujeres tengan un futuro esperanzador.
Vamos a ver dos ejemplos:
1. Una de ellas es Villa Teresita, ubicado en Madrid, donde las Hermanas Auxiliadoras
del Buen Pastor las acogen en un hogar lleno de amor.
Inma es una de las hermanas que
trabaja en Villa Teresita: Las chicas llegan a nosotros de muchas maneras:
desde la calle, avisos desde las parroquias e incluso del boca a boca entre
ellas. Muchas veces las mafias les hace ver a las chicas que no tienen otra
salida y que no van a abandonar nunca esa vida, por eso, la acogida es tan
importante”.
Como no puede ser de otra manera,
la oración está muy presente en el hogar, donde todas viven la espiritualidad
de Santa Teresita del Niño Jesús. Un espíritu evangélico.
Otra de las acciones de las
Hermanas Auxiliadoras del Buen Pastor, es desplazarse hasta los polígonos y
lugares donde pueden ser víctimas de la trata. Una de las que realizan esta
tarea es la hermana Eugenia, quien ha explicado la experiencia de trabajar cada
día en Villa Teresita: “Lo silencios de las víctimas tienen que ser respetados.
Al principio necesitan callar. Cuando cogen confianza es cuando se sueltan y
sus historias son desgarradoras.
2. El 'Proyecto esperanza'
Es el trabajo que desempeña cada
día las Hermanas Adoratrices con el 'Proyecto Esperanza'. Una iniciativa que
busca favorecer su integración en la sociedad con el objetivo de que
visibilizar esta situación sea parte de la solución.
En la mayoría de los casos, se
tratan de mujeres que llegan a nuestro país engañadas por las mafias,
vendiéndoles que vivirán mejor. La realidad es bien distinta. Llegan a España
para ser explotadas.
Marta es una de las trabajadoras
de “Proyecto Esperanza” y destaca que “hay mucha diversidad de nacionalidades y
edades dentro del grupo de mujeres al que atienden”. Para ella, “el primer
encuentro con una de estas mujeres es muy complicado porque es necesario
ponerte en su piel y transmitirles que tienen derechos y que estamos para
atender sus necesidades”.
Una labor de acogida que no deja
indiferente a Ana Almarza, directora de Proyecto Esperanza, quien señala que
“yo soy la suma de todas las mujeres que han pasado por mi vida. Somos un gran
equipo de profesionales que hacen posible que todo funcione, junto a los
voluntarios del proyecto. Creer que Dios está por encima y hay que poner por
delante las dificultades de estas mujeres que lo pasan mal. Ser Iglesia lo
engloba todo”.
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