Para
empezar por el principio, y bien, decir que Alfred Nobel, un científico sueco
que hizo fortuna gracias a las aplicaciones de la química que consiguió idear -
dinamita entre otras, imprescindible para la minería e ingeniería- fue un
ferviente luterano que jamás renegó de sus convicciones religiosas. Dejó
escrito un libro, Némesis, que se publicó tras su muerte, no sin antes estar a
punto de desaparecer a manos del pastor que ofició sus funerales, Nathan
Soderblom, debido a las aceradas críticas anticlericales sobre la corrupción
que Nobel decidió plasmar en sus páginas.
En
su testamento dejó escrito que, tras su muerte, su fortuna se destinase a
premios anuales a las personas que más hubieran hecho en beneficio de la
Humanidad en los terrenos de la física, química, medicina o fisiología,
literatura y la paz mundial, y a partir del año 1969 también en la economía
(que entrega el Banco Central de Suecia). Dicen que tal gesto tal vez fuera en
parte debido a que vivió con enorme disgusto el daño que la Humanidad se hizo a
sí misma con la dinamita. Sea por lo que fuere, el gesto lo hizo un hombre
profundamente religioso, cristiano para más señas.
Un significativo número de católicas.
Pero
la cosa no acaba aquí: lo cierto es que no es novedad que muchos Premio Nobel a
lo largo de la historia se han declarado creyentes, tantos que en 2015 fueron
contabilizados en un estudio similar a éste, arrojando el mismo la cifra de
53. Parte de ellos eran mujeres
católicas cuyos nombres y vidas se pueden conocer en una exposición que se
exhibirá hasta marzo de 2018 en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC)
de Madrid.
La
exposición se va a ver acompañada de talleres de reflexión sobre la realidad de
la presencia de la mujer en la ciencia en esta Semana de la Ciencia pronta a
comenzar. Seguramente en los talleres no se tratará de poner énfasis en la
religiosidad de las laureadas, pero es importante que se haga, porque de no ser
así seguirá avanzando una de las mentiras mas groseras que persiste en la
actualidad en nuestra sociedad y es la de que ciencia y fe, o catolicismo y
razón, están enfrentados, como lo cree a pies juntillas el danbraunismo que
nuevamente asola nuestras costas con la novela Origen, como se creyó El Código
da Vinci. La magnífica exposición, que a buen seguro itinerará por más ciudades
en lo sucesivo, creación de Rocaviva Eventos, está comisariada por Belén Yuste
y Sonnia L Rivas-Caballero, que sorprendentemente para lo que es habitual, no
ocultan contenidos que permiten trazar las creencias de algunas de las Premio
Nobel.
Este
es el caso del recuerdo de santa Teresa
de Calcuta (1910-1997), de la cual se exhibe entre un amplio conjunto de
elementos, una bellísima escultura de la santa a tamaño natural, que te permite
hacerte un impresionante selfie con el móvil para conmemorar el momento. Santa
Teresa de Calcuta recibió el Premio Nobel de la Paz en 1979 además del más alto
galardón civil de la India, el Bharat Ratna, en 1980 .
Sigrid Undset (1882–1949) fue una
escritora noruega que obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1928. Se
convirtió al catolicismo en 1924, experiencia que narró en Gymnadenia (1929) y
en La zarza ardiente (1930). Profesó en la Tercera Orden de la Penitencia de
Predicadores como Dominica Seglar. En 1940 se trasladó a los Estados Unidos, a
causa de su oposición a la Alemania nazi y la ocupación alemana de Noruega, en
donde participó activamente en movimientos de lucha contra los nazis.
Volvió
a Noruega en 1945, tras el fin de la II Guerra Mundial. Sus primeras novelas
fueron La señora Marta Ulia (1907), Jenny (1911) y Primavera (1914), en las que
escribe en contra de los defensores del “amor libre”. Incrementó y consolidó su
fama con Las mujeres sabias (1918) y el ensayo Punto de vista de una mujer
(1919). Sus obras más conocidas son Kristin Lavransdatter (1920-1922) y Olav
Audunssön (1925-1927), en las que trata el permanente conflicto entre el amor
terreno y el divino.
Gerty Theresa Radnitz Cori (1896-1957)
nació en el seno de una familia judía en Praga y emigró a los EEUU por la
persecución religiosa contra los judíos. Nació pues en un ambiente
profundamente religioso. Y más adelante se convirtió al catolicismo. Fue la
tercera mujer en el mundo y primera en Estados Unidos en ganar un Premio Nobel
en Ciencias y la primera mujer a nivel mundial en ser galardonada con el Premio
Nobel de Fisiología o Medicina, en 1947, por sus descubrimientos en el curso de
la conversión catalítica del glucógeno.
Gerty
Cori recomendó que le diesen el Premio Nobel en fisiología o Medicina a Severo
Ochoa, que dijo de ella tras su fallecimiento por dolorosa y larga enfermedad:
“Gerty, para todos nosotros, fue un ser humano de una gran profundidad espiritual.
Modesta, amable, generosa y cariñosa a un grado superlativo y una amante de la
naturaleza y el arte”. Dos meses más tarde, en un homenaje póstumo realizado en
la Universidad de Washington, Bernardo Houssay, el fisiólogo argentino que
compartió el Nobel con los Cori, miembro de la Academia Pontificia de Ciencias,
expresó en un discurso: “La vida de Gerty Cori fue un noble ejemplo de
dedicación a un ideal, el avance de la ciencia y para el beneficio de la
humanidad. La encantadora personalidad de Gerty Cori, tan rica en cualidades
humanas, se ganó la amistad y la admiración de todos los que tuvieron el
privilegio de conocerla. [...] Su nombre está grabado para siempre en los
anales de la ciencia y su recuerdo será apreciado por sus muchos amigos mientras
estemos vivos”.
Gabriela Mistral (1889-1957) recibió el
Premio Nobel de literatura en 1954. Su nombre auténtico fue Lucila Godoy
Alcayaga en Vicuña. Fue cónsul de su país, Chile, en Lisboa, Madrid, Brasil, Nápoles y Los
Ángeles, y profesora visitante en varias universidades de Estados Unidos y
América Latina. Se afanó toda su vida por conseguir una educación de calidad
para los niños de América latina, hasta el punto de que el dinero producido por
la venta de sus libros en América del Sur, dejó estipulado en su testamento que
debía destinarse a los niños pobres de Montegrande, Chile.
Su
religiosidad queda plasmada en su prosa de manera inequívoca y abundante. Toda
ella está accesible gratuitamente en la red. En su escrito El sentido religioso
de la vida dice: “Religiosidad es buscar en esa naturaleza su sentido oculto y
acabar llamándola al escenario maravilloso trazado por Dios para que en él
trabaje nuestra alma. Respecto del cuerpo, religiosidad es vivir sacudiendo su
dominio y una vez domado, hacerlo el puro instrumento siervo, que debe trabajar
para el espíritu, que es su única razón de ser. No sólo los cielos, la tierra y
la carne que la puebla, son esa escritura de Dios de que habla Salomón… Nos
dividimos, hombres y mujeres, en religiosos y a-religiosos (no quiero nombrar a
los otros). El hombre a-religioso es el hombre frívolo… Estupenda frivolidad es
el materialismo que se cree sin embargo, hijo de la observación y la ciencia”.
A la Biblia, que ella llamaba el Santo Libro, achacaba en buena parte la
inspiración de su vocación literaria: “Mi contacto con la lírica judía, que
había de ser la lírica de mi nutrimiento, lo hizo, cuando yo tenía 10 años, mi
abuela, doña Isabel Villanueva” ¿cómo? Leyendo la Biblia delante de ella ( Luis
Vargas Saavedra Prosa religiosa de Gabriela Mistral. Santiago de Chile:
Editorial Andrés Bello; 1978).
Wangari Maathai (1940-2011), keniata,
se incorporó a los once años a la Escuela Primaria Intermedia Santa Cecilia
–escuela relgiiosa-, aprendió a hablar inglés con fluidez, y se convirtió al
catolicismo. Se interesó mucho por la Legión de María. Tras obtener su Bachelor
of Science en 1964, estudió la maestría en Biología en la Universidad de
Pittsburgh financiada por el Instituto Africano-Americano, y durante su estancia en Pittsburgh
experimentó por vez primera una restauración medioambiental cuando ecologistas
locales se propusieron limpiar el aire de la ciudad. En 1971 se convirtió en la primera mujer de
África Oriental en obtener un doctorado, en su caso de anatomía veterinaria, de
la Escuela Universitaria de Nairobi, que se convertiría en la Universidad de
Nairobi al año siguiente. En enero de 2003, fue nombrada ayudante del ministro
de Medio Ambiente y Recursos Naturales, cargo que ejerció hasta noviembre 2005.
Recibió el Premio Nobel de la Paz de 2004 por su "contribución al
desarrollo sostenible, la democracia y la paz" convirtiéndose en la
primera mujer africana y la primera ambientalista en ganar el premio.
Toni Morrison (1931-) se convirtió al
catolicismo a los doce años siendo bautizada como "Anthony", que más
adelante se convertiría en su apodo "Toni". Gran aficionada a la
lectura de Leon Tolstoi, del que fue gran seguidor, en lo que se refiere a su
cristianismo pacifista. Se graduó en 1953 con una licenciatura en Inglés en la
Universidad de Howard y en 1955 fue admitida en la Universidad de Cornell,
donde estudió un posgrado de Literatura inglesa. Su obra Beloved (1987) ganó el
Premio Pulitzer de ficción y un American Book Award. En ese mismo año, Morrison
entró como profesora visitante en el Bard College. Trató con crudeza el tema de
la esclavitud en Jazz (1992) y Jugando en la oscuridad (1992).
A
partir de 1989 fue profesora de letras en la elitista Universidad de Princeton,
en el estado de Nueva Jersey. En 1988 fue galardonada con el Premio Pulitzer. En 1993 obtuvo el Premio
Nobel de Literatura. Miembro de la
Academia Americana de las Artes y las Letras, Miembro del Consejo Nacional de
las Artes, en 2005, Morrison fue muy explícita en una entrevista en la que
llegó a decir: "Yo soy católica... Y [refiriéndose al Paraíso] lo que me
salvó fue, creo - lo que me ayudó en todo caso - fue saber que iba a tomar en
serio la religión, en el sentido de creencia”.
Betty Williams y Mairead Maguire
Betty
Williams (1943-), de abuelo materno judío que le inculcó el respeto por las
religiones, fue a un colegio católico, algo que le hizo abandonar el IRA y
dedicarse a buscar vías no violentas al conflicto de Irlanda, por lo que en
1976 recibió el Nobel de la Paz, compartido con Mairead Maguire (1944-),
también estudiante en colegios católicos y católica practicante como Betty.
Las
hubo que se quedaron a las puertas:
Irena Sendler (1910-2008), la polaca
conocida por haber salvado a 2.500 judíos del gueto de Varsovia durante la II
Guerra Mundial, fue una enfermera y trabajadora social polaca católica
practicante. Candidata al Premio Nobel de la Paz en 2007, aunque finalmente no
resultara elegida, fue reconocida como
Justa entre las naciones por Israel, y se le otorgó la más alta distinción
civil de Polonia al ser nombrada dama de la Orden del Águila Blanca. En
Wikipedia puede completarse su fisonomía. “La razón por la cual rescaté a los
niños tiene su origen en mi hogar, en mi infancia. Fui educada en la creencia
de que una persona necesitada debe ser ayudada de corazón, sin mirar su
religión o su nacionalidad”, llegaría a decir en cierta ocasión.
Dentro
de este grupo, pero con un gran espacio dedicado en la exposición, está la española
Concha Espina. María de la Concepción Jesusa Basilisa
Rodríguez-Espina y García-Tagle, más conocida como Concha Espina (1869 -1955),
fue una escritora española cuya biografía reducida se encuentra en la web de la
Real Academia de Historia. En uno de cuyos carteles se recogen unas
declaraciones suyas en las que dijo lo siguiente: “Soy católica, y a mi juicio,
la Iglesia gana separándose del estado”.
El
Nobel y un sillón en la Real Academia de la Lengua, para los cuales fue
propuesta pero se quedó en el camino… La niña de Luzmela, El metal de los
muertos, son algunas de sus más afamadas novelas, que la catapultaron a la
primera línea de la intelectualidad española de la época, que la llevó a
mantener una tertulia a la que asistían Ramón y Cajal, Ortega y Gasset, Antonio
Machado, Gerardo Diego, Blanca de los Ríos, Ricardo León, María Blanchard,
García Lorca…Gregorio Marañón llegó a comentar de su novela Las niñas
desaparecidas: “Hace un bien casi físico al lector”.
Ramón
y Cajal, Menéndez Pidal, Jacinto Benavente, Gerardo Diego, son algunos de los
que la propusieron para el Nobel que finalmente no recibió. Sin embargo fue
miembro de la Academia de Artes y Letras de Nueva York y de la Hispanic
Society, y recibió el Premio Nacional de Literatura (1927), el Premio Cervantes
de Novela (1949), la Medalla de Oro al Mérito del Trabajo y la Banda de Alfonso
X El Sabio entre otros. En 1929 viajó a Sudamérica como embajadora
extraordinaria de Alfonso XIII.
Concha
Espina es la única española propuesta
para Premio Nobel dirigió a Dios sus últimas palabras, recogidas en el
recordatorio de su fallecimiento y expuesto en la exposición, en el que se
señala que murió tras recibir los santos sacramentos y la bendición papal,
fueron “Ahora sí que voy a ver, para no cegar más”.
No
católicas, pero sí religiosas:
Otras
mujeres recordadas en la excelente exposición, no fueron católicas, pero bien
profesaron otras creencias, bien recibieron religión en la escuela, y a juzgar
por los resultados que obtuvieron respecto a la Academia Sueca, no parece que
quedaran muy “taradas” por su religiosidad. Pearl Buck (1892-1973) recibió religión en la escuela al haber
nacido en una familia de misioneros presbiteranos, y ganó el Nobel de
Literatura en 1938. Emile Greene Balch
(1867-1961) ganó el Nobel de la Paz en 1946 siendo cuáquera. Nelly Sachs
(1891-1970) ganó el de Literatura en 1966 siendo judía practicante. Rosalyn
Yalow (1921-2011) también judía practicante, ganó el Nobel de Medicina en 1977.
La birmana Aung San Suu Kyi (1941-)
ganaría el Nobel de la Paz en 1991, habiendo recibido la enseñanza en el
Colegio Jesús y María de Nueva Delhi y sin dejar de practicar el budismo,
solicitando el mismísimo san Juan Pablo II su liberación cuando fue encarcelada
por defender los derechos humanos en su país. Doris Lessing (1919-2013) ganó el Nobel de Literatura en 2007
habiendo estudiado en un colegio de monjas.
Ada Yonath (1939-), proveniente de una familia rabínica y habiendo cursado
estudios en escuelas judías ganaría el Nobel de Química en 2009. La musulmana Tawakkul Karman o Tawakel Karman
(1979-), co-ganadora del Premio Nobel de la Paz del 2011, convirtiéndose en la
primera yemení, la primera mujer árabe,
la segunda mujer musulmana y la segunda más joven en ganar un Nobel. La
liberiana Leymah Gbowee (1972-) conquistaría en 2011 el Nobel de la Paz,
siendo madre de seis hijos. Ellen Johnsosn-Sirleaf (1938-), lo compartiría
con ella después de haber estudiado en una escuela metodista y haber cursado un
máster en economía en la Universidad de Harvard, universidad de origen
cristiano.
La
visita a la exposición es más que recomendable como actividad extraescolar de
profesores de religión con sus alumnos, o de centros concertados de inspiración
católica, o de católicos y todo tipo de
personas interesadas en comprobar con hechos concretos que ciencia y fe son
compatibles, al menos en la Iglesia Católica.
(Alfonso
Carrascosa es científico del CSIC)
No hay comentarios:
Publicar un comentario