Quiero
compartir por qué soy profesor de religión y qué me aporta
personalmente.
Comenzaré
reconociendo que soy profesor de Religión porque Dios quiere. Me siento llamado
por Dios para esta tarea y enviado por la Iglesia para llevarla a cabo.
Ser
profesor de Religión hoy en día no es fácil, es más, me atrevería a decir que
puede ser una profesión de riesgo. Muchas veces nuestro trabajo no es
reconocido ni por la administración, ni por muchos de nuestros compañeros
docentes. Pero a pesar de las dificultades merece la pena porque no caminamos
solos.
Considero
que ser profesor de Religión es un
regalo porque nos permite enseñar a
nuestros alumnos el mensaje de Jesús, y cómo este mensaje se ha trasmitido a lo largo de los siglos a través de la Iglesia. Nos da la oportunidad de
adentrarles en el conocimiento de la
Biblia y en las distintas religiones,
sobre todo, las monoteístas. Nos permite
entablar un diálogo con la cultura y
mostrarles a nuestros alumnos, que la
razón y la fe lejos de vivir enfrentadas, como muchas veces se nos presenta,
caminan juntas, pues ambas, caminan hacia la única Verdad: Cristo. Nos da la
oportunidad de mostrarles que los valores evangélicos construyen un mundo más
fraterno. Nos permite mostrar a nuestros
alumnos que la clase de Religión les invita y abre a la búsqueda de sentido y a la transcendencia.
A
veces, me preguntan qué hacemos o qué podemos hacer para hacer atractiva nuestra asignatura. Yo siempre contesto que
lo primero es que nuestros alumnos
perciban que les tratamos con un gran cariño. Que estemos atentos a sus
necesidades y que se sientan valorados y escuchados, siendo capaz de mostrar un Dios misericordioso que ama infinitamente a todos,
como nos dice nuestro Papa Francisco. En
segundo lugar, procurando ser ingeniosos para presentar los diversos contenidos
de forma atractiva. Yo suelo complementar los diversos temas con actividades
didácticas lúdicas para fijar los contenidos. También utilizo un Blog del aula
con diversos contenidos sobre la asignatura. Realizar proyecciones en el aula y
actividades extraescolares donde podemos visitar los distintos lugares que
muestran la cultura, tradición y arte cristiano, son otras actividades que
motivan al alumnado.En definitiva, es estar atentos para adecuar a la realidad
de nuestros alumnos los diversos contenidos que impartimos.
Por
lo tanto, para mi es un regalo ser
profesor de Religión porque trabajo en
lo que más me gusta enseñando, además, aquello que da Sentido a
mi vida; y una tarea porque requiere una alerta constante para estar atento a
las continuas necesidades y retos que tienen nuestros alumnos y nuestra
asignatura.
Fernando
García Sagrado
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