Estamos
en mayo, un mes propicio para acercarnos a la figura de María:
1 Al
acercarnos a María, la madre de Jesús, podríamos empezar por enseñar lo que no
es. María no es un ser divino, algo así como la cuarta persona de la Santísima
Trinidad, una especie de diosa. La Virgen fue una mujer de carne y hueso, como
nosotros, una criatura más, hecha por Dios, una creyente del pueblo de Israel.
Tampoco es María un mito o leyenda, inventada al margen de la historia de
nuestra salvación en Cristo; no se trata de una simple tradición piadosa, hecha
a la medida de niños y viejecitas ingenuas. A fuerza de ver la estatuilla de la
Virgen en los nacimientos navideños, podríamos llegar a confundirla con
Santaclaus, alguien en quien un
adulto serio no debería creer.
Podemos
estar tentados a ver a María como un ser fantástico, como una extraterrestre; o
como un amuleto –en forma de escapulario o de estampa o de medalla-, para
traernos buena suerte y evitarnos desgracias; o como un ídolo al que ponemos
velas en su santuario y hacemos promesas para que obre quién sabe qué
prodigios.
O,
también, como el personaje que representa el papel tierno, maternal y
sensiblero en nuestra fe; un objeto sobre el cual descarga todo nuestro
sentimentalismo y nuestra necesidad inconsciente de una madre que nos arrope y
nos acaricie.
Si
reducimos la Virgen a eso, la estamos dejando es muy poca cosa. Ella es mucho
más. Es, en primer lugar, una mujer real, una mujer de verdad. Y una mujer que
entró -y entra aún- de lleno en los planes de Dios sobre el mundo: en la historia de nuestra salvación
para todos los hombres, como creemos los
cristianos.
Conozcamos entonces quien es María la madre de Jesús:
- JUEGOS DIDÁCTICOS: 1. DE FIESTA CON MARÍA. 2. PASA PALABRA MARÍA. 3. PANELES MARÍA. TODOS SE PUEDEN ADAPTAR A LAS CIRCUNSTANCIAS.
- VÍDEOS:
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