Es
coherente que los padres católicos pidan para sus hijos e hijas la enseñanza de
la religión y moral católica, ya que la escuela debe ser la continuación de la
familia. La clase de religión no es una catequesis, pero contribuye a que la
catequesis que se haga en el seno de la comunidad parroquial pueda ser más
enriquecedora. Clase de religión y catequesis son dos cosas diferentes pero
complementarias y los niños, adolescentes y jóvenes cristianos deben participar
en ambas.
Hoy
los jóvenes sufren un analfabetismo de cultura religiosa y esto incide en su
nivel de cultura general, más bien bajo. La clase de religión contribuye a que
los alumnos puedan comprender muchísimos contenidos de nuestra historia y de
nuestra cultura, que están tejidas de contenidos cristianos. Difícilmente se
puede comprender nuestra historia, nuestro arte y nuestra cultura sin tener un
conocimiento notable de la religión católica. Forma parte de nuestra identidad.
¿Qué
ofrece nuestra sociedad a los adolescentes y jóvenes? ¿Sobre qué valores serios
y auténticos se forja su formación? La clase de religión y de moral católicas
son unos buenos medios para ofrecer conocimientos y valores espirituales que
son indispensables para conseguir una auténtica y rica educación integral de la
persona. Esta clase contribuye a una formación humanista que la escuela debe
ofrecer y promover.
Los
padres que no desean ninguna formación religiosa para sus hijos o la escuela
que no la facilita, se pueden preguntar si la atracción de los jóvenes hacia
las sectas y los fundamentalismos es una consecuencia de no haber permitido
vivir una experiencia religiosa seria.
La
clase de religión es fundamental para la enseñanza, porque la educación que
ofrece la escuela debe ser integral y, por tanto, debe tener presente la
dimensión religiosa y trascendente de la persona. Hoy se hace indispensable una
cultura de valores. Un humanismo cerrado, impenetrable a Dios y a los valores
del Espíritu, podría parecer un triunfo. El hombre puede organizar la tierra
sin Dios, pero al fin, sin Dios lo que hará será organizarse contra el hombre.
El humanismo exclusivo es un humanismo inhumano.
Los
jóvenes aspiran a encontrar valores sólidos y permanentes que puedan dar
significado y finalidad a su vida. Buscan un terreno sólido, un punto elevado
donde echar raíces. El seguimiento de la asignatura de religión católica en la
escuela ayuda a encontrar estos valores que dan sentido a nuestra vida,
satisfacen nuestro deseo innato de trascendencia y nos enriquecen.
+
Juan José Omella Omella
Arzobispo
de Barcelona
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