Vicario de Cristo en la tierra. Cabeza
visible de la Iglesia. Recibió de Jesucristo el encargo de cuidar el rebaño la
Iglesia, forma tradicional de llamar a los fieles católicos.
El
Papa es Obispo de Roma, Vicario de Jesucristo, Sucesor del Príncipe de los
Apóstoles, Sumo Pontífice de la Iglesia Universal, Patriarca de Occidente,
Primado de Italia, Arzobispo y Metropolita de la provincia Romana, Soberano del
Estado Vaticano, Siervo de los Siervos de Dios.
El
más importante es el último, el de los Siervos de los Siervos de Dios, que fue
un título que fue acuñado por primera vez por el Papa San León Magno.
¿Quién es el Papa, cuál es su oficio, por
qué vive en Roma?
Cuando
Jesucristo instituye su Iglesia, hizo de Simón Pedro, el rudo pescador del lago
de Bethsaida en Galilea, la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella
y lo instituyó pastor del rebaño (Jn. 21, 15-17). El Papa no tiene otro oficio
que el de ser depositario de las llaves de la Iglesia y pastor del gran rebaño
que forma la Iglesia Católica.
Esta
sucesión de personas, desde San Pedro hasta nuestros días, se ha continuado a
través de 21 siglos en la persona que todos conocemos hoy como Santo Padre,
Papa, o Sumo Pontífice de la Iglesia Universal. San Pedro recibió de Jesucristo
este poder de “atar y desatar” y se ha ido transmitiendo a través del tiempo.
Él residió primero en Antioquia, después, de acuerdo a lo que dice el cronista
del año 354, por 25 años residió en Roma en donde encontró el martirio en el
año 64 o 67 de nuestra era. Muchos de sucesores han pagado con su sangre la
fidelidad a esta sucesión. Desde esa época el Papa vive en Roma con excepción
del período en que los Papas vivieron en la ciudad francesa de Avignon a
finales del siglo XIV.
Roma
es pues, la ciudad de los Papas. Existe una bella tradición que nos recuerda el
por qué se ha tenido a Roma como la ciudad de residencia de los Papas. Se
cuenta que una noche San Pedro huía de la ciudad de Roma, presa del miedo y el
descorazonamiento. Huía por la via Appia, la avenida de los largos cipreses.
Sería la madrugada cuando justo a las afueras de la puerta de San Sebastiano,
habiendo ya burlado la guardia romana, se encuentra con Cristo que viene por el
camino en dirección contraria a Pedro. Éste se sorprende y le pregunta
sorprendido: “¿Adónde vas Señor?” (Quo vadis Domine?, en latín). Y Jesús se
dice que le respondió: “Voy a Roma a ser crucificado de nuevo” Y en uno de esos
arranques de generosidad, muy propios del temperamento primario de aquel
pescador de Bethsaida, Pedro desanda sus pasos y vuelve a la ciudad de Roma.
Hoy
en día, la Iglesia de “Quo vadis?” nos recuerda este momento dramático en la
vida de San Pedro. Además, algunos estudios arqueológicos han demostrado que
justo debajo del Altar de la Confesión en la Basílica de San Pedro, se han
encontrado los huesos de quien se cree fue San Pedro.
Al
Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, le toca ser el principio y
fundamento perpetuo y visible de la unidad, tanto de los obispos, como de la
muchedumbre de los fieles. A él le corresponde confirmar en la fe a todos sus
hermanos, es decir a todos los católicos. “El Romano Pontífice goza de esta
infalibilidad en virtud de su ministerio cuando como Pastor y Maestro supremo
de todos los fieles que confirma en la fe a sus hermanos, proclama por un acto
definitivo la doctrina en cuestiones de fe y moral”. (Catecismo dela Iglesia
Católica n. 891)
Es
para todos los católicos una gracia muy especial el saber que las enseñanzas
del Papa son las mismas enseñanzas que las enseñanzas de Cristo. Los católicos
no creemos simplemente en lo que dice el Papa. Sabemos que lo que dice el Papa
es lo mismo que ha dicho Cristo. El Papa goza de esa asistencia especial de
Cristo de forma que no pueda equivocarse en todo lo relacionado con la fe. Esta
ayuda especial es lo que se llama la infalibilidad.
Junto
con el oficio de Maestro está también el de Pastor que Cristo le da a Pedro al
final del evangelio de San Juan. Por tres veces Cristo le pregunta a Simón
Pedro si le ama y ante la respuesta afirmativa de Pedro, Jesús le ordena
“Apacienta mis corderos... Apacienta mis ovejas... Apacienta mis ovejas” (Jn.
21, 15-17). Tres veces le pregunta y tres veces le responde. ¿Mayor
confirmación que ésta para darle el encargo de Pastor universal de los hombres?
Y así lo entendieron los apóstoles desde aquellos tiempos. Sabían que Pedro
tenía un lugar privilegiado entre ellos, por indicación del mismo Cristo. Por lo
tanto, al Sumo Pontífice le corresponde también ser el Pastor Universal de la
Iglesia Católica. Como Pastor debe guiar a las ovejas hacia los mejores pastos,
debe ayudarlas en sus necesidades y dificultades.
¿Como se elige al Sumo Pontífice?
El
Sumo Pontífice se elige de entre aquellos miembros del colegio cardenalicio que
tiene menos de ochenta y años. A la muerte del Papa, se reúnen todos en un
Consistorio (nombre oficial de la reunión) en la Capilla Sixtina. Nadie,
excepto ellos puede entrar en este lugar. Durante varios días realizan
consultas y escrutinios entre ellos para decidir quien será el siguiente Papa.
Las
papeletas que utilizan en las votaciones indican el nombre del candidato que
cada Cardenal propone como futuro Papa. Si ningún cardenal alcanza los dos
tercios del número de votantes, más uno, se recogen las papeletas y son
quemadas junto con una sustancia que produce humo negro. Este humo negro puede
verse desde la Plaza de San Pedro y nos indica que la votación efectuada no
alcanzó la mayoría antes descrita.
Cuando
en la votación se consigue que un cardenal haya obtenido los dos tercios del
número de los votantes más uno, entonces las papeletas se queman con una
sustancia que produce humo blanco. Este humo es la señal que la Iglesia Católica
tiene ya un nuevo Pontífice.
Antiguamente
se usaba paja seca o paja mojada para dar al humo la coloración negra o blanca,
según el caso. Sin embargo, como esto se prestaba a confusión por el color del
humo producido, se ha optado desde la última votación por utilizar sustancias
químicas que aseguren el color deseado.
TOMADO
DE CATHOLIC.NET
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