¿Cómo
eran las mujeres judías de entonces? ¿Qué costumbres tenían? La Virgen María se
comportaría como una más entre ellas.
Las
mujeres judías hablaban solamente en arameo, porque estaba mal visto que
tuviesen relaciones con personas de otra raza. Sin embargo María hablaría otras
lenguas por su estancia en Egipto y, además, hablaría también el griego, por
sus visitas a la ciudad cercana de Sépphoris, que estaba muy helenizada.
Desde niñas se las educaba en la religión
judía. Esta instrucción era inculcada en el seno familiar por las costumbres
que observaban y también en la escuela de la sinagoga, donde les enseñaban a
leer y aprenderse de memoria las escrituras. Debían cumplir con la ley de
Moisés.
Antes
de la puesta del sol de los viernes se preparaban para celebrar el Shabbat.
Para ello barrían y limpiaban la casa, mudaban la ropa de la cama y de la mesa.
Se purificaban lavándose en una tinaja en casa. Se ponían el mejor vestido. Por
la noche celebraban el Shabbat en una cena familiar con todos sus hijos y
familiares próximos. Al día siguiente, como les estaba prohibido trabajar,
comían de lo que les sobraba la noche anterior. Así se ha hecho siempre. Esta
fiesta servía para reunir a los familiares periódicamente y trasmitir la
tradición judaica.
Respecto
a sus costumbres religiosas viajaban a Jerusalén tres veces al año con motivo
de las fiestas de Pascua, Pentecostés y Tabernáculos, y permanecían una semana
allí. Rezaban mañana y tarde largas oraciones. Las más fervorosas ayunaban a
pan y agua dos veces a la semana, los días 2º y 5º. También lo hacían los
fariseos, como dice el evangelio, pero estos solo lo hacían para que se les
viese, no actuaban con sinceridad. Jesús les atacó mucho por este motivo.
Otras
costumbres que tenían las mujeres es que podían estar un tanto obsesionadas con
cualquier cosa que rompiese la pureza legal. Por ejemplo tenían que hacer
abluciones antes de comer (lavarse las manos). No podían tocar sangre humana,
comer carne de cerdo, la carne debía de ser exangüe…
Eran
las encargadas de lavar a conciencia a sus difuntos, además de cortarles las
uñas y de afeitarles el pelo. Se explica por qué la Virgen María estaría dentro
del sepulcro arreglando la cabeza martirizada de su Hijo. Las demás mujeres que
la acompañaban, Salomé, María de Cleofás y María Magdalena quedaron fuera
simplemente porque no cabían dentro del sepulcro.
El
trabajo manual era prácticamente obligatorio. No podían estar ociosas en sus
casas, tenían que hacer trabajos de hilandería o de costura. El fruto de su
trabajo era para el marido.
Lo
más apropiado para una mujer era permanecer en casa. Por esto estaba muy mal
visto que una mujer judía estuviese sola en la calle. Si salía de casa, debía
cubrirse la cabeza con un velo.
Una
mujer en casa debía madrugar para preparar en el fuego el pan cada día para que
su esposo lo encontrase listo y caliente para comer cuando éste se levantaba.
Tenía que ir a la fuente del pueblo a por agua en un cántaro. Debía dar de
comer a las bestias que tuviese. Era la responsable de todo lo concerniente al
hogar, la comida, el huerto del jardín, comprar en el mercado, la educación de
los hijos. Tenían una hospitalidad proverbial, por fraternidad, con sus
hermanos judíos y por cuestiones religiosas.
Escrito
por Carlos Llorente.
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