Hace unas semanas, se presentó en Roma, la encíclica de
nuestro querido Papa Francisco “laudato si”. Entre las muchas opiniones que se
han escrito sobre ella me gusta la carta del obispo de San Sebastián, José
Ignacio Munilla:
Tal vez hayamos olvidado una de las numerosas anécdotas con
las que se iniciaba el pontificado del Papa Francisco. Me refiero a su proceder
austero, que le llevaba a apagar personalmente y de forma espontánea, la luz
innecesaria de muchos de los pasillos y habitaciones de las residencias
vaticanas. Ante el asombro de quienes le rodeaban, su explicación no podía ser
más sencilla: “Ahorrando luz se da sueldo a un párroco”.
Si bien es cierto que la encíclica “Laudato Si” responde al más puro genio bergogliano,
uno de los errores más generalizados en la primera acogida mediática a este
documento magisterial, ha sido la falsa suposición de que su contenido es
plenamente novedoso y hasta rompedor con respecto a los pontificados
anteriores. Nada más lejos de la realidad. El propio Papa Francisco se esfuerza
en demostrarlo a lo largo de su escrito, con numerosas citas del magisterio
precedente. De hecho, el mismo término“conversión ecológica”, fue acuñado por
San Juan Pablo II; sin olvidar los múltiples documentos que Benedicto XVI
dedicó a esta cuestión (“Si quieres promover la paz, protege la creación”,
01.01.2010). Una vez más, se demuestra que ha tenido que venir el Papa
Francisco para que no pocos empiecen a conocer lo que la Iglesia lleva años
predicando.
En mi opinión, una de las mayores aportaciones de “Laudato Si” estriba en las
referencias que se hacen a estudios científicos, filosóficos y de
organizaciones sociales,encuadrando y contextualizando la reflexión de la
Iglesia. Sin inmiscuirse en el debate científico, mantiene una “distancia”
equilibrada, como se aprecia en la siguiente afirmación: “Hay discusiones
sobre cuestiones relacionadas con el ambiente, donde es difícil alcanzar
consensos. (…) la Iglesia no pretende definir las cuestiones científicas ni
sustituir a la política, pero invito a un debate honesto y transparente, para
que las necesidades particulares o las ideologías no afecten al bien común”
(n. 188). He aquí una de las denuncias proféticas fundamentales de esta
encíclica: No siempre existe la suficiente honestidad y transparencia en el
actual debate científico sobre la conservación del medio ambiente. Los grandes
intereses económicos “compran” en ocasiones esas reflexiones científicas. En
palabras del Papa: “la corrupción que esconde el impacto ambiental de un
proyecto a cambio de favores suele llevar a acuerdos espurios que evitan
informar y debatir ampliamente” (n. 182). El Papa Francisco deja muy claro
en su reflexión que la defensa del medio ambiente es uno de esos bienes que la
economía de mercado, por sí sola, no es capaz de defender o de promover
adecuadamente.
Otra cuestión clave en la encíclica es la reivindicación de una ecología
integral, la cual se traduce en una ecología humana. El Papa Francisco señala
la absurda contradicción de defender la bandera ecologista desde posturas
abortistas: “Tampoco es compatible la defensa de la naturaleza con la
justificación del aborto” (n. 120). Más aún, frente a la ideología de
género (transgénero), subraya: “La aceptación del propio cuerpo como don de
Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y
casa común, mientras una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma
en una lógica a veces sutil de dominio sobre la creación. Aprender a recibir el
propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados, es esencial para una
verdadera ecología humana. También la valoración del propio cuerpo en su
femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el
encuentro con el diferente” (n. 155).
Resumiendo lo dicho en versión tuitter: “Decirse Pro-Life y liderar la emisión
de anhídrido carbónico, es tan coherente como defender la biodiversidad y
tolerar el aborto”. Mientras que sectores del republicanismo estadounidense,
han acusado al Papa de meterse donde no se le llama; las asociaciones que
pretenden compaginar su ecologismo con la agenda abortista de la ideología de
género, han optado por la táctica del avestruz, como si no se sintiesen
cuestionadas por esta encíclica.
Concluyo con un relato abreviado de Gabriel García Márquez, que bien puede
servir para iluminar el concepto de ecología integral, o ecología humana, nudo
gordiano de Laudato Si: «Érase un científico que estaba plenamente entregado a
investigar en pro de la defensa de la naturaleza.Pasaba días en su laboratorio
en busca de respuestas a sus dudas.Cierto día, su hijo de 7 años invadió su
santuario decidido a ayudar a su padre…El científico, nervioso por la
interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado… Para distraerlo,
se sirvió de una revista en donde encontró un mapamundi…Con unas tijeras
recortó el mapa en muchos pedazos y se lo entregó a su hijo diciendo: “como te
gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo troceado para que lo
repares tú solito”.Pensó que al pequeño le llevaría mucho tiempo recomponerlo y
que le dejaría tranquilo en su trabajo de investigación; pero para su sorpresa
al poco tiempo volvió a escuchar la voz del niño:”Papá, papá, ya conseguí
terminarlo”.El científico levantó la vista de sus anotaciones, y efectivamente,
¡el mapa estaba completo!El padre perplejo preguntó: “Hijo, ¿cómo has sido
capaz de recomponer el mundo?”. El niño respondió: “Papá, yo no sabía cómo era
la figura del mundo, pero cuando recortaste el mapa de la revista, vi que del
otro lado estaba la figura de un hombre.Así, que recompuse al hombre, y al dar
la vuelta a la hoja, vi que había arreglado el mundo”».
La archidiócesis de Río de Janeiro (Brasil) ha preparado un
Power Point resumen de la nueva encíclica “Laudato Si”, el Papa Francisco. Es
una interesante recopilación de ideas-clave y textos de la encíclica que
pretenden ayudarnos a profundizar en este importantísimo texto de la doctrina
social de la Iglesia. Podéis verlo (en español) a continuación:
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