Vivió entre el 250 y el 355,
aproximadamente. Es el principal pionero de la vida eremita. De vida muy
austera. Reunió a su alrededor muchos discípulos en los desiertos de Egipto.
Sólo abandonó su retiro para defender la fe durante la persecución de Diocleciano
y contra los arrianos. Es uno de los santos más venerados popularmente.
SAN ANTONIO,EL MONJE EGIPCIO
San Antonio, cuya fiesta
celebramos el 17 de enero, es conocido con distintos apelativos. San Antonio de
Egipto, pues allí nació, cerca de Menfis, el año 251. San Antonio del Desierto,
pues al desierto se retiró para seguir a Cristo. San Antonio el Grande, por el
inmenso influjo de su ascética, tanto por su caridad en atender al prójimo,
como por su fortaleza frente a las tentaciones del demonio, tema quecon
frecuencia han reflejado en sus cuadros los pintores.
Pero el nombre que le
distingue sobre todo es San Antonio abad. Abad significa padre, y entre todos
los abades barbudos, Antonio fue por antonomasia el abad, el padre de los
monjes. San Pacomio había iniciado el movimiento de convertir a los solitarios
anacoretas en cenobitas, agrupándolos en monasterios de vida común. San Antonio
fue escogido por la Providencia para consolidar el cenobitismo.
Antonio es un caso ejemplar
de tomar la palabra de Dios como dirigida expresamente a cada uno de los
oyentes. “Hoy se cumple esta palabra entre vosotros”, había dicho Jesús. Así la
cumplió San Antonio. Su vida la conocemos bien, gracias a su confidente y
biógrafo San Atanasio, obispo de Alejandría, a quien dejaría en herencia su
túnica. Es la primera hagiografía que se conoce, obra muy bien recibida por el
mundo romano.
UNA VIDA DE POBREZA,ORACIÓN Y
RETIRO
Sus padres le habían dejado
una copiosa herencia y el encargo de cuidar de su hermana menor. Un día entró
en la iglesia cuando el sacerdote leía: “Ve, vende lo que tienes y dalo a los
pobres”. Otro día oyó decir: “No os agobiéis por el mañana”. Y se comprometió a
vivirlo sin dilación. Confió su hermana a un grupo de vírgenes que vivían los
consejos evangélicos, y él dejó sus tierras a sus convecinos, vendió sus
muebles, se despojó de todo, rompió las cadenas que le sujetaban y se marchó al
desierto.
El último medio siglo de su
vida -vivió 105 años- residió en el monte Colzum, cerca del mar Rojo. Amante de
la soledad, allí vivía en una pequeña laura (tipo de ermita), entre largos
ayunos y oraciones, y haciendo esteras para no caer en la ociosidad.
Así se defendía contra los
violentos ataques del demonio, que no le dejaba un momento de reposo.
LOS SEGUIDORES DE SAN ANTONIO
Es el ambiguo valor del
desierto, lugar propicio para el encuentro con Dios y para las tentaciones del
maligno. Antonio es un magnífico ejemplo para vencer las tentaciones.
Muy pronto encontró
imitadores. Un enjambre de lauras individuales fueron pobladas por fieles
seguidores que querían vivir cerca de aquella regla viva. Se reunían para
celebrar juntos los divinos oficios. De este modo compaginaban el silencio y
soledad con la vida común.
Sólo salió de allí para
ayudar a su amigo Atanasio en la lucha contra los herejes, y cuando fue a
conocer a Pablo el ermitaño. Se saludaron por su nombre, se abrazaron y ese día
trajo el cuervo de Pablo doble ración de pan.
Se le atribuyen muchos
milagros. Pero él los rehuía. A Dídimo el Ciego le repite:
No debe dolerse de no tener
ojos, que nos son comunes con las moscas, quien puede alegrarse de tener la luz
de los santos, la luz del alma.
Es el Santo taumaturgo que no
sólo es invocado en favor de los hombres, sino también de los animales, que aún
son bendecidos el día de San Antonio en muchos sitios.
Era costumbre en las familias
alimentar un lechón porcino para los pobres, que se distribuía el día del
Santo, y terminará acompañando la imagen misma de San Antonio.
Cargado de méritos, famoso
por sus milagros y acompañado del cariño de las multitudes, subió al cielo el
Santo Abad el 17 de enero del año de gracia 356.
No hay comentarios:
Publicar un comentario