Recién llegado de Omán, donde ha estado
realizando una gira junto a la Ópera de Viena; y pocos días antes de partir
para Génova, para representar el Otelo de Verdi, el barítono Carlos Álvarez
(Málaga, 1966) ha recalado en su ciudad natal.
Se define abiertamente como no creyente, pero
no tiene reparos en defender los valores cristianos que recibió en el colegio
Santa Rosa de Lima, de la Fundación Diocesana de Enseñanza Santa María de la
Victoria, y en calificar de “error cultural” la posibilidad de apartar el
estudio de la religión de la enseñanza pública.
–¿Qué recuerdos guarda de su paso por el
colegio Santa Rosa de Lima?
–Es un recuerdo magnífico porque entiendo que
la adolescencia, la juventud y la llegada a ese momento de toma de decisiones
es muy importante y fue un tiempo feliz. Fue un tiempo de mucha intensidad
tanto en lo intelectual, por los estudios; como en lo físico, porque pertenecía
al equipo de atletismo de Santa Rosa. Como, además, yo tenía la intención de
convertirme en médico y tenía la necesidad de estudiar y encontrar el
conocimiento adecuado para que eso sucediera de la mejor manera posible, Santa
Rosa fue una plataforma magnífica para poder llegar a la Universidad en
condiciones, en el ambiente escolar adecuado y en una atmósfera de libertad.
–¿Y cómo valora el haber recibido una
formación en los valores del Evangelio?
–Debo decir con toda honestidad que no soy
creyente. No lo soy desde hace muchos años incluso cuando ya estaba en el
colegio. Pero sí que me encontré con esa posibilidad de tener la libertad
necesaria para pensar que aquello que estábamos haciendo era lo adecuado. No
hubo nunca presión alguna por parte del colegio para que tuviéramos un
pensamiento determinado. Me reconforta mucho el haber pertenecido a una
comunidad educativa que en ese momento abogaba por el mejor de los desarrollos,
intelectuales y físicos, de los chicos de esa edad. Y lo digo porque he visto
el resultado de esa educación: toda una generación de enormes profesionales.
–Y esos valores, ¿cómo los lleva usted a la
práctica?
–Cuando decidí convertirme en un cantante
profesional, tuve una duda fundamental y es que ¿para qué servía mi trabajo? Yo
estudié medicina cuatro años y en ese momento sabía perfectamente que el
objetivo de mi trabajo iba a tener como elemento fundamental la ayuda a los
demás. Cuando dejé los estudios para convertirme en un cantante profesional
tenía esa duda de cómo sería capaz de echar una mano a los demás. Ahora, con el
paso del tiempo, son ya 25 años de carrera, me he dado cuenta de que sí que se
puede hacer. De manera indirecta, haciendo que la gente se sienta mejor, pero
también de manera directa, con conciertos solidarios, podemos echar una mano a
gente que no lo está pasando tan bien.
–Religión y cultura van muy unidas…
–Conocer cuál es la tradición cultural y
religiosa de la sociedad en la que uno vive es muy importante para poder, por
ejemplo, diferenciar cuál es la figura de Jesucristo en el cuadro de la última
cena de Leonardo. El conocimiento de la religión es absolutamente necesario,
incluso en una sociedad como esta en la que algunos pensamos que la libertad
religiosa tiene que estar presente. No podemos olvidar nuestras raíces. Sería
absurdo y estaríamos cometiendo un error a nivel cultural. Nuestra sociedad es
judeo-cristiana. Incluso, si me apuras, el nivel de implicación del Islam
también es importante. ¿Por qué obviar esa situación? No es necesario denostar
el conocimiento para ser consecuente y poder elegir qué es lo que quieres hacer
en cada momento.
Fuente: www.odisur.es
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