EL RINCÓN DE FERNY

martes, 21 de abril de 2015

¿HEMOS PERDIDO EL OREMUS?

Un documental sobre la enseñanza de la religión en la escuela y nuestra cultura.
En estos  tiempos difíciles para la asignatura de religión, nace esta iniciativa que es preciso apoyar. Es necesario que la sociedad conozca el valor  de la enseñanza religiosa, que nos hace conocedores de la historia del cristianismo sin la que es imposible hablar de Europa, de nuestra cultura, de nuestro pueblo. Nos hace ser respetuosos y dialogantes con otras religiones y culturas. Abre a la persona para que adquiera la competencia espiritual que le introduce al mundo interior, sea creyente o no. Hace plantearse las grandes preguntas sobre la existencia y el sentido de ésta… Por estos y muchos más motivos que aparecerán en este proyecto, os invito a todos a colaborar para que este proyecto vea la luz. Pincha AQUÍ PARA IR A LA PÁGINA.Comentan:
No es raro oír en la calle preguntas del tipo: ¿Por qué tiene que haber clase de religión en las escuelas si ya existe la catequesis en las parroquias? O, si estamos en un estado aconfesional o laico, ¿por qué con dinero público se deben pagar las clases de religión? Esta crítica también afecta a los conciertos de las escuelas religiosas.
Con ocasión del 50º aniversario de la publicación del documento Gravissimum Educationis. Sobre la Educación Cristiana del Concilio Vaticano II, nos proponemos profundizar en la naturaleza de la enseñanza religiosa en la escuela. Ningún otro documento del Concilio Vaticano II comienza con el superlativo: “gravísimo”. Hasta en cuatro ocasiones podemos encontrar vinculados el “deber-derecho" a la educación religiosa a este superlativo.
En este sentido, no hace mucho, el Papa Francisco advertía:

“Esto comporta al mismo tiempo apoyar el derecho de los padres a la educación moral y religiosa de sus hijos. Y en este punto quisiera manifestar mi rechazo a todo tipo de experimentación educativa con los chicos. Con los niños y jóvenes no se puede experimentar. No son cobayas de laboratorio. Los horrores de la manipulación educativa que hemos vivido en las grandes dictaduras genocidas del siglo XX no han desaparecido; conservan su actualidad bajo ropajes diversos y propuestas que, con pretensión de modernidad, fuerzan a caminar a niños y jóvenes por el camino dictatorial del “pensamiento único”. Me decía hace poco más de una semana un gran educador: A veces uno no sabe si con estos proyectos —se refería a proyectos concretos de educación— manda el chico a la escuela o a un campo de reeducación” (Discurso del Santo Padre Francisco a la Delegación de la Oficina Internacional Católica de la Infancia, 11 de abril de 2014)

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