Carta
que el socialista ateo francés Jean Jaurés fundador del periódico a
“L’Humanité” escribió a su hijo, publicada en 1919.
Querido
hijo:
Me
pides un justificante que te exima de cursar religión, un poco por tener la
gloria de proceder de distinta manera que la mayor parte de los condiscípulos y
temo que también un poco para parecer digno hijo de un hombre que no tiene
convicciones religiosas.
Este
justificante, querido hijo, no te lo envío ni te lo enviaré jamás. No es porque
desee que seas clerical, a pesar de que no hay en esto ningún peligro, ni lo
hay tampoco en que profeses las creencias que te expondrá el profesor.
Cuando
tengas la edad suficiente para juzgar, serás completamente libre pero, tengo empeño
decidido en que tu instrucción y tu educación sean completas, y no lo serían
sin un estudio serio de la religión.
Te
parecerá extraño este lenguaje después de haber oído tan bellas declaraciones
sobre esta cuestión; son, hijo mío, declaraciones buenas para arrastrar a
algunos pero que están en pugna con el más elemental buen sentido. ¿Cómo sería
completa tu instrucción sin un conocimiento suficiente de las cuestiones
religiosas sobre las cuales todo el mundo discute? ¿Quisieras tú, por tu
ignorancia voluntaria, no poder decir una palabra sobre estos asuntos sin
exponerte a soltar un disparate?
Dejemos
a un lado la política y las discusiones y veamos lo que se refiere a los
conocimientos indispensables que debe tener un hombre de cierta posición. Estudias
mitología para comprender historia y la civilización de los griegos y de los
romanos y ¿qué comprenderías de la historia de Europa y del mundo entero
después de Jesucristo, sin conocer la religión, que cambió la faz del mundo y
produjo una nueva civilización? En el arte ¿qué serán para ti las obras
maestras de la Edad Media y de los tiempos modernos, si no conoces el motivo
que las ha inspirado y las ideas religiosas que ellas contienen?
En
las letras ¿puedes dejar de conocer no sólo a Bossuet, Fenelón, Lacordaire, De
Maistre, Veuillot y tantos otros que se ocuparon exclusivamente de cuestiones
religiosas, sino también a Corneille, Racine, Hugo, en una palabra a todos
estos grandes maestros que debieron al cristianismo sus más bellas
inspiraciones? Si se trata de derecho, de filosofía o de moral ¿puedes ignorar
la expresión más clara del Derecho Natural, la filosofía más extendida, la
moral más sabia y más universal? –éste es el pensamiento de Juan Jacobo
Rousseau.
Hasta
en las ciencias naturales y matemáticas encontrarás la religión: Pascal y
Newton eran cristianos fervientes; Ampere era piadoso; Pasteur probaba la
existencia de Dios y decía haber recobrado por la ciencia la fe de un bretón;
Flammarion se entrega a fantasías teológicas. ¿Querrás tú condenarte a saltar
páginas en todas tus lecturas y en todos tus estudios? Hay que confesarlo: la
religión está íntimamente unida a todas las manifestaciones de la inteligencia
humana; es la base de la civilización y es ponerse fuera del mundo intelectual
y condenarse a una manifiesta inferioridad el no querer conocer una ciencia que
han estudiado y que poseen en nuestros días tantas inteligencia preclaras.
Ya
que hablo de educación: ¿para ser un joven bien educado es preciso conocer y
practicar las leyes de la Iglesia? Sólo te diré lo siguiente: nada hay que
reprochar a los que las practican fielmente, y con mucha frecuencia hay que
llorar por los que no las toman en cuenta. No fijándome sino en la cortesía en
el simple ‘savoir vivre”, hay que convenir en la necesidad de conocer las
convicciones y los sentimientos de las personas religiosas. Si no estamos
obligados a imitarlas, debemos por lo menos comprenderlas para poder guardarles
el respeto, las consideraciones y la tolerancia que les son debidas. Nadie será
jamás delicado, fino, ni siquiera presentable sin nociones religiosas.
Querido
hijo: convéncete de lo que digo: muchos tienen interés en que los demás
desconozcan la religión, pero todo el mundo desea conocerla. En cuanto a la
libertad de conciencia y otras cosas análogas, eso es vana palabrería que
rechazan de ordinario los hechos y el sentido común.
Muchos
anti-católicos conocen por lo menos medianamente la religión; otros han
recibido educación religiosa; su conducta prueba que han conservado toda su
libertad.
Además,
no es preciso ser un genio para comprender que sólo son verdaderamente libres
de no ser cristianos los que tienen la facultad de serlo, pues, en caso
contrario, la ignorancia les obliga a la irreligión. La cosa es muy clara: la
libertad exige la facultad de poder obrar en sentido contrario. Te sorprenderá
esta carta, pero precisa hijo mío, que un padre diga siempre la verdad a su
hijo. Ningún compromiso podría excusarme de esa obligación.
Recibe,
querido hijo, el abrazo de
TU
PADRE.
Jean
Jaurès, cuyo nombre completo era Auguste Marie Joseph Jean Léon Jaurès
(*Castres, Francia, 3 de septiembre de 1859 – París, 31 de julio de 1914), fue
un político socialista ateo francés.
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