Inmersos,
como estamos, entre leyes educativas y competencias a desarrollar en nuestras
aulas, vamos a detenernos en una competencia que a nuestras autoridades
académicas "se les ha olvidado" y que interactua de manera
determinante y fundamental con las demás competencias: LA INTELIGENCIA
ESPIRITUAL.
La
profesora de Religión, Isabel Gómez Villalba ha escrito hace poquito un libro
titulado “EDUCAR LA INTELIGENCIA
ESPIRITUAL” en la editorial Khaf que os recomiendo. Ella nos comenta que el primer objetivo de
nuestra tarea educativa sería ayudar a nuestro alumnado a realizar ese camino
de encuentro con su intimidad, en su interioridad,
para conectar consigo mismo y prepararse para poder escuchar esa voz que
resuena en el recinto más íntimo. Desde esa profundidad, podría ser capaz de
penetrar con una óptica renovada en la estructura de la realidad exterior y vivir la realidad con más intensidad, ahondando
hasta los últimos niveles. Y desde ese
“hondón”, podría dejar de vivir con los otros y aprender a vivir para los otros
en un camino de historia compartida
de futuro. La finalidad de esta educación en interioridad es por lo tanto,
facilitar una experiencia de apertura, fluidez y donación.
Por
lo que podríamos decir que la inteligencia espiritual faculta para tener aspiraciones
profundas e íntimas, para anhelar una visión de la vida y de la realidad que integre,
conecte, trascienda y dé sentido a la existencia.
La
inteligencia espiritual no debe confundirse con la consciencia religiosa. La
primera es la condición de posibilidad de la segunda. Sólo porque el ser humano
tiene esta forma de inteligencia puede vivir la experiencia religiosa, pero la inteligencia espiritual es un dato antropológico,
no una cuestión de fe.
PARA PROFUNDIZAR:
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