El semanario
norteamericano “Time” ha elegido al Papa Francisco como “Personaje del año”. El
Obispo de Roma ha atraído la atención del mundo desde el primer momento de su
elección por su singular franqueza y libertad de espíritu al exponer los
fundamentos de la fe cristiana, es decir, el amor, el perdón y la dignidad de
la naturaleza humana como criatura de Dios. “Time” explica que ese estilo
de Francisco le ha situado en el centro de los grandes debates de nuestro
tiempo, centrados en la pobreza, la modernidad, el papel de la mujer, la
naturaleza del matrimonio o las tentaciones del poder.
A modo de elogio, afirma la influyente publicación que este Papa ha cambiado no solo la música sino la letra de la Iglesia. Y ahí es donde Time demuestra su escasa comprensión de lo que ha sucedido en la Iglesia el último año. Oponer defensa y explicación de la fe a cercanía y servicio a los pobres, es caer en un tópico cansino e intelectualmente ramplón. Como aseguraba ayer el portavoz vaticano, Padre Lombardi, es un signo positivo que una de las principales cabeceras de la prensa mundial haya escogido a una persona que proclama valores espirituales, religiosos y morales en el mundo, como ya hizo otros años con Juan XXIII y Juan Pablo II. Pero el Papa no busca fama ni éxito, porque su servicio es anunciar el Evangelio del amor de Dios para todos. Y si esta elección significa que muchos han entendido este mensaje, entonces, más allá de segundas intenciones, podemos estar contentos.
A modo de elogio, afirma la influyente publicación que este Papa ha cambiado no solo la música sino la letra de la Iglesia. Y ahí es donde Time demuestra su escasa comprensión de lo que ha sucedido en la Iglesia el último año. Oponer defensa y explicación de la fe a cercanía y servicio a los pobres, es caer en un tópico cansino e intelectualmente ramplón. Como aseguraba ayer el portavoz vaticano, Padre Lombardi, es un signo positivo que una de las principales cabeceras de la prensa mundial haya escogido a una persona que proclama valores espirituales, religiosos y morales en el mundo, como ya hizo otros años con Juan XXIII y Juan Pablo II. Pero el Papa no busca fama ni éxito, porque su servicio es anunciar el Evangelio del amor de Dios para todos. Y si esta elección significa que muchos han entendido este mensaje, entonces, más allá de segundas intenciones, podemos estar contentos.
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