EL RINCÓN DE FERNY

miércoles, 23 de julio de 2014

SACRAMENTOS DE CURACIÓN: LA UNCIÓN DE ENFERMOS

¿QUÉ ES LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS?
La Unción de los Enfermos es sacramento que reconforta en la enfermedad y  prepara para el encuentro del hombre con Dios. y son muchos los efectos y gracias que confiere al enfermo para prepararse para la entrada a la vida eterna. Es un sacramento que reconforta al enfermo.
Este sacramento es un sacramento de “vivos”, por lo tanto, fortalece al enfermo.
Se recibe la gracia, el regalo, sacramental propia de la Unción de los Enfermos, que es una fuerza  de consuelo, de paz y de ánimo para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave o de la vejez. Esta gracia es don del Espíritu Santo que nos lleva al creyente a renovar la confianza y la fe en Dios y le  fortalece  para que sea capaz de vencer las tentaciones de desaliento, y de angustia, especialmente. (Catec. n. 1520).
Por la gracia, la bendición, sacramental, es posible que el enfermo obtenga la curación y  si es conveniente, la salud corporal. La asistencia del Espíritu Santo tiene como objeto conducir al enfermo hacia la curación del alma, pero si es la voluntad de Dios, también puede recuperar la salud. (Cfr. Catec. n. 1520). Por ello es conveniente no esperar hasta el último momento para la administración de este sacramento por lo que hace ya mucho tiempo se administra a personas con edad avanzada o personas ante un peligro d muerte: operación… los sacramentos no tienen como fin hacer milagros, al dejar hasta el final este sacramento, se podría estar poniendo obstáculos para su eficacia.
La unción de los enfermos puede obtenernos el perdón de los pecados . Este efecto depende de la debida disposición que tenga el sujeto que lo recibe, se necesita un verdadero dolor de corazón, en otras palabras, estar totalmente arrepentidos. Normalmente, este sacramento va acompañado de indulgencia plenaria, la cual perdona la pena temporal.
Este sacramento no es absolutamente inprescindible la salvación del creyente, pero a nadie le es lícito desdeñarlo, por lo tanto se debe de procurar que los enfermos lo reciban lo antes posible en caso de una enfermedad grave o crónica, o en la ancianidad. Sobre todo se debe de recibir cuando se está en plena facultades mentales.
El cristiano está obligado a prepararse lo mejor posible para la muerte, por lo que las personas allegadas a él tienen el deber – grave – de procurar que lo reciba, ya sea presentándole la conveniencia de hacerlo, ya sea mencionándole que se encuentra en una situación de alto riesgo. Pero, siempre siendo prudentes, utilizando el sentido común y la caridad. Muchas veces no se hace por el temor de asustar al enfermo, siendo que en la mayoría de las veces, lo que se tiene es una visión equivocada de la muerte en el sentido cristiano.

La Iglesia, además, ofrece junto a este sacramento, la Eucaristía como viático, “a aquellos que están a punto de salir de esta vida”. La Eucaristía es el paso de la muerte a la vida. (Cfr. Catec. n. 1524). Recordemos las palabras de Jesús: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día”. ( Jn. 6, 54).

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