Señor,
Tú nos dijiste: “La mies es mucha y los obreros pocos”. Nos invitaste a
trabajar en tu campo, sin exigir cualificación. En tu campo cabemos todos. A
principio de curso aceptamos esta invitación y ahora te presentamos la cosecha.
Nos
entregaste unos talentos: “Trabajad con ellos y al final dadme cuenta”. Hoy te
los presentamos. Con mayor o menor empeño, de aquellos talentos, Señor, unos
rindieron el 30, otros el 20 o el 10, pero nadie los enterró por miedo.
Nos
pediste: “Sed luz en la tierra”. Como aquella lamparita que al ponerse el sol y
no saber quién sustituiría su luz dijo:”se hará lo mejor que se pueda”. Hemos
intentado alumbrar, para que la oscuridad no bloqueara nuestro camino. A veces,
aún sin luz, es necesario avanzar, incluso sin conocer el camino. La oración de
cada mañana, y todas nuestras celebraciones, han sido la herramienta.
Nos
enseñaste que tu preferencia eran los más débiles, los más indefensos: los
niños, los que sufren a causa de las catástrofes, la falta de oportunidades de
estudio, la dejadez de sus familias o la falta diaria de alimento. Para ellos
hemos trabajado en nuestras aulas, en nuestras campañas, en nuestra
sensibilización. Hemos trabajado para que tu enseñanza no quedara estéril.
Nos
dijiste: “No he venido a ser servido, si no a servir”. El trabajo servicial y
animoso de mucha gente en este curso ha permitido que nuestras fiestas,
encuentros, convivencias, la administración del centro, la comida, la atención
telefónica, el mantenimiento de las instalaciones, la limpieza del centro…
hayan funcionado como una máquina bien engrasada un año más. Todo esto es
también testigo y ejemplo de servicio.
Nos
prometiste: “Yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos”. Confiamos en
tu Palabra, y vamos viendo como cada día se hace realidad. En tantos gestos,
miradas, silencios, denuncia de injusticias, palabras de ánimo,
acompañamientos, risas… Has estado con nosotros, aunque a veces no te
reconozcamos.
Nos
legaste un mandamiento: “Amaos, no de cualquier manera, si no como yo os he
amado”. Intentarlo, lo hemos intentado. Aunque a veces el trabajo nos desborde,
los alumnos nos agoten o nos echen pulsos. Tú Señor, sabes que aún así los
hemos amado.
Hoy
también nos dices: “A quién mucho ama, mucho se le perdona”. Nuestro deseo,
nuestra inquietud, nuestro anhelo es: trabajar, alumbrar, cumplir, servir,
amar. Y en todo ello no tomarnos vacaciones.
Gracias,
Señor, porque Tú, como Maestro por excelencia, nos enseñaste la práctica. Nos
acompañaste y ayudaste a lo largo del curso que ahora termina. Gracias, porque
a pesar de nuestras debilidades, infidelidades, comodidades, miedos e
ingratitudes, Tú, nuestro buen Dios, seguirás estando siempre a nuestro lado,
acompañando nuestra historia. Contamos contigo y sabemos que Tú también cuentas
con nosotros para la construcción de tu Reino. Gracias por el descanso que
ahora vamos a disfrutar. GRACIAS BUEN MAESTRO.
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