Todos estos sacerdotes coinciden
en que realizaron importantes grandes aportes a la ciencia en distintos
momentos de la historia
La historia de la ciencia está
desde hace siglos repleta de aportaciones realizadas por católicos muy devotos,
muchos de ellos sacerdotes, lo que mostraría una vez más que la Iglesia lejos de
ser un estorbo para los avances científicos ha sido una parte activa y
fundamental en ellos.
Sobre estas aportaciones ha
dejado constancia Ignacio Del Villar Fernández, doctor ingeniero de
telecomunicación por la Universidad Pública de Navarra, divulgador de temas
científicos y su relación con la fe así como autor del libro Sacerdotes y
científicos (Digital Reasons).
Este experto en temas científicos
recuerda el papel de algunos de estos sacerdotes que en distintos siglos y en
contextos muy diferentes realizaron aportaciones trascendentales en distintas
disciplinas científicas. Algunos nombres son muy conocidos, aunque muchos no
sabrán que eran religiosos, y otros no lo son tanto pero todo católico debería
saber que eran personas religiosas que servían a un fin mayor. Estos son siete
de ellos que recoge Ignacio Villar:
NICOLÁS COPÉRNICO: EL PADRE DE LA
ASTRONOMÍA MODERNA
Este personaje es especialmente
interesante por dominar disciplinas muy variadas. Se licenció en Derecho
Canónico por la Universidad de Ferrara (Italia) y también completó dos cursos
de Medicina en Padua. Gracias a estos últimos estudios ejerció como médico de
los diversos obispos que ocuparon la sede episcopal de Warmia. También llama la
atención que se prestó a atender a uno de los consejeros de Prusia Ducal, un
país luterano, lo que demuestra su amplitud de miras.
Pierre Gassendi, autor de la
primera biografía del genio polaco, llegó incluso a afirmar que Nicolás
Copérnico ejercía la medicina en beneficio de los pobres de la región y que lo
hacía gratis. En el campo de la cartografía elaboró mapas de la región centro
este de Europa en colaboración con los mejores cartógrafos de la época. En el
campo de la diplomacia ocupó importantes y variados puestos de responsabilidad
(administrador, canciller, comisionado), desempeñando una labor muy notable en
la resolución de conflictos. Asimismo, en el terreno de la economía también
redactó documentos sobre la moneda y la inflación.
Pero donde destacó especialmente
es en la astronomía, donde elaboró la teoría heliocéntrica. Con un rudimentario
observatorio y en condiciones climáticas muy adversas (la región donde vivía
tiene pocos días en que el cielo está completamente despejado) calculó que la
distancia de la Luna a la Tierra era de 60.3 veces el radio de la Tierra,
cuando en realidad la media es de 60.43 (el cálculo del gran astrónomo Ptolomeo
fue de 48). Los historiadores sitúan el modelo heliocéntrico de Copérnico como
el evento que desencadenó la revolución científica, es decir, el surgimiento de
la ciencia moderna.
MARIN MERSENNE: EL PADRE DE LA
COMUNIDAD CIENTÍFICA
Marin Mersenne, francés, fue
monje de la congregación de los mínimos, entre los siglos XVI-XVII. Es famoso
por los números primos de Mersenne, básicos para las matemáticas, sus
investigaciones sobre la propagación del sonido (constató que el sonido se
propaga a la misma velocidad independientemente de la fuente que lo origine o
de la dirección en que se propague), y también por sus estudios de teoría
musical (algunos le consideran el padre de la acústica).
Este religioso es igualmente
representativo porque en el siglo XVI aún se funcionaba mucho con una
mentalidad de gremios y secretos técnicos. Los países y los gremios
profesionales no revelaban sus descubrimientos; pero eso empezó a cambiar con
gente religiosa como Mersenne, que era amigo del filósofo y matemático René
Descartes y compañero de estudio suyo en el colegio de los jesuitas de La
Flêche.
Mersenne se escribía con
científicos de diversos países y difundía entre ellos los descubrimientos que
hacían. A su celda en su convento de París llegaban, a veces en persona, a
veces por escrito, los mensajes e ideas de Roberval, Descartes, Gassendi y
Pascal. Al principio, su grupo se llamó Academia Mersenne, si bien al incorporarse
al grupo Dupuy pasó a llamarse Academia Parisiensis: ¡sabios de distintas
disciplinas colaborando! Aquello llevaría en 1666 a que Colbert creara una
institución científica oficial: la Academia de las Ciencias de Francia. Por eso
se considera que Mersenne fue el creador del concepto de "comunidad
científica": sin secretismos nacionales o gremiales, trabajar por el
avance de la ciencia, compartiendo descubrimientos.
NICOLÁS STENO: GEÓLOGO, ANATOMISTA,
BIOMECÁNICO... Y BEATO
El danés Nicolás Steno fue sacerdote
y posteriormente obispo y vicario apostólico en los países nórdicos en el siglo
XVII.
Fue él quien enunció las cuatro
leyes fundamentales de la estratigrafía y también descubrió el ductus
Stenonianus, un conducto de la boca que parte de la glándula parótida. Fue el
primer científico en observar el folículo ovárico. Además, elaboró un modelo
para explicar el funcionamiento de la biomecánica de los músculos y fue también
el primero en describir una malformación del corazón llamada tetralogía Fallot.
En tan solo diez años en que se
dedicó de lleno a la investigación, se convirtió en figura esencial de tres
ciencias. La primera de ellas es la geología. Mediante su obra “De Solido” se
definen los fundamentos para poder entender cómo se han formado el terreno y su
evolución a lo largo de años; ya no hacía falta recurrir a documentos
históricos o a la Biblia para tener esta información. La segunda ciencia es la
anatomía. Europa quedó maravillada con sus dotes en la disección, un arte a
través del que desveló aspectos desconocidos del corazón, el cerebro y las
glándulas. En un periódico parisino se decía de él: “Lo expone todo de una
manera tan vívida que obliga a uno a convencerse, y solo queda preguntarse por
qué se les ha escapado eso a todos los anatomistas anteriores”. La tercera
ciencia es la biomecánica. Elaboró un modelo para el músculo que, 300 años
después de su muerte, se demostró con métodos de cálculo numérico por ordenador
que era correcto.
En la cima de su carrera se
convirtió de luterano a católico y, aunque por un tiempo compaginó su nueva fe
con las investigaciones, terminó por hacerse sacerdote y más adelante llegó a
ser obispo, un puesto para el que tuvo que implicarse de lleno y que le llevó a
convertirse en beato. En una carta, el jesuita Atanasio Kircher, considerado
por algunos como el Leonardo Da Vinci del siglo XVII, le felicitaba a Steno por
haber propiciado la conversión de un hombre alejado de la fe.
RUĐER BOŠKOVIĆ: EL ABUELO DE LA
TEORÍA ATÓMICA
Ruđer Bošković fue un jesuita del
siglo XVIII de la República de Ragusa. Fue este religioso el que elaboró la
primera teoría atómica con un cierto fundamento, la cual ha inspirado el
descubrimiento de las leyes del electromagnetismo y la teoría de la
relatividad.
Aunque sus escritos pertenecen a
lo que se llama ciencia especulativa (no contaba con demasiadas pruebas que
soportaran sus afirmaciones), lo cierto es que la teoría que elaboró en su
libro Theoria Philosophiae Naturalis estimuló a grandes científicos que usaron
su trabajo como referente: Volta, el inventor de la pila, Michael Faraday,
padre del electromagnetismo y la electroquímica, y también el propio Albert
Einstein se basó en él para intentar crear una teoría de campo unificada que
uniera el campo eléctrico y el gravitatorio. Bošković también fue un excelente
astrónomo: ideó un método geométrico para determinar el ecuador de un planeta
en rotación a partir de tres observaciones de su superficie y la órbita de un
planeta a partir de tres observaciones de su posición. Asimismo, sus aptitudes
como ingeniero-arquitecto quedan patentes en cuanto a que diseñó un sistema
para salvar la cúpula de la Basílica de San Pedro en Roma de su derrumbe.
RENÉ JUST HAÜY: EL PADRE DE LA
CRISTALOGRAFÍA
René Just Haüy fue un sacerdote
francés, canónigo de Notre Dame, de finales del siglo XVIII y principios del
XIX. Junto con Lavoisier y otros científicos definió el sistema métrico y
descubrió la ley de racionalidad de índices.
A este sacerdote le tocó vivir en
una época muy complicada en lo político, durante la que demostró una actitud
propia de un santo. Perdió la pensión por negarse a jurar la Constitución que
se aprobó en la Revolución francesa y además fue encarcelado por este motivo.
Fue un milagro que no lo ejecutaran. Sus amigos mediaron para evitarlo, pero se
negó a salir de la cárcel mientras no liberaran al resto de sacerdotes y
prisioneros que compartían celda con él. Se jugó la vida, pues los demás sí
fueron asesinados. También hizo lo posible por salvar al padre de la química,
Antoine Lavoisier, que finalmente fue guillotinado.
En el terreno científico se
convirtió en una autoridad merced a su gran obra de cuatro volúmenes, Traité de
minéralogie. En esta obra, entre otras cosas, se produjo una conexión con el
anteriormente citado Nicolás Steno, que definió una ley según la cual los
cristales de cualquier especie química o mineral presentan un ángulo constante
y característico de esa especie. Haüy, apoyado en esa ley, la amplió al
observar que la relación entre los parámetros de todas las caras de un cristal
sobre un mismo eje da siempre números racionales que pueden determinarse por
tres números enteros. También elaboró una rigurosa clasificación de los
minerales siguiendo un modelo en el que fijaba determinadas características
geométricas y estudió diversas propiedades como la piroelectricidad de los
minerales. Por todo esto es considerado como el padre de la cristalografía.
GREGOR MENDEL: EL PADRE DE LA
GENÉTICA
Este fraile agustino austriaco
del siglo XIX definió las leyes fundamentales de la genética. Es famoso por
establecer las leyes fundamentales de la genética, para cuya elaboración pasó 6
años haciendo experimentos. Solo para el caso de los guisantes estudió unas
trescientas mil muestras, lo que le permitió obtener unas proporciones exactas
a las que otros científicos no pudieron llegar por hacer unos estudios menos
rigurosos.
Debido a lo novedoso de su
hallazgo, los científicos de la época no apreciaron su labor y por eso se tardó
35 años en reconocer que había surgido una nueva ciencia, la genética.
Curiosamente Mendel murió como una figura de reconocido prestigio en un campo
completamente diferente, el de la meteorología, donde publicó varios trabajos
que apuntaban hacia la posibilidad de predecir el tiempo de forma estadística.
Mendel también fue un gran apicultor y estudió el cruce de razas de diversas
regiones del mundo.
Llegó a ser abad del monasterio
de Brno y a su funeral acudieron bastantes personas, entre ellas muchos de los
pobres de los alrededores del monasterio, con quienes Mendel siempre se había
comportado de forma amable y les había intentado ayudar.
GEORGES LEMAÎTRE: EL CREADOR DE
LA TEORÍA DEL BIG BANG
Este sacerdote belga y miembro de
la fraternidad de Les amis de Jésus fue el creador, a comienzos del siglo XX,
de la teoría del Big Bang, basada en la expansión del universo a partir de un
punto, en contra de la idea establecida en su época de que el universo era
estático.
Su aportación fue convencer al
resto de científicos de que el universo se expande y tiene un origen, algo que
le resultó muy complicado. Albert Einstein, en su primer encuentro con Lemaître
le dijo que sus cálculos matemáticos eran buenos pero que su física era
abominable. Sin embargo, con el tiempo se hicieron grandes amigos y Einstein
reconoció la gran labor de su colega. Lemaître, por su lado, llegó a colaborar
en proteger a Einstein del nazismo.
El resto de científicos, aunque
también reticentes a reconocer que el universo tiene un origen porque esto
evocaba a la Creación, con el tiempo se fueron convenciendo de esta realidad.
Lemaître también fue un maestro del cálculo matemático y sus aportaciones
sirvieron para saber más cosas acerca de los rayos cósmicos o de la
concentración de materia en galaxias y nebulosas.
Debido a su humildad, su figura
es menos reconocida de lo que debería. Por ejemplo, la ley de Hubble que
explica la expansión del universo, se llamó así durante muchos años aun cuando
Lemaître fue quien la enunció por primera vez. Pero el sacerdote belga no quiso
reclamar la autoría y solo ahora, en el año 2018, la Internacional Astronomical
Union ha decidido rebautizarla como ley de Hubble-Lemaître.
Lemaître también fue un hombre de
intensa oración (todos los días celebraba Misa y dedicaba una hora a rezar) y
también se preocupó por acercar a Dios a la comunidad china que vivía en
Bélgica.
TOMADO DE RELIGIÓN EN LIBERTAD
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