Esta
cuidad miniserie televisiva, estrenada en dos capítulos y producida por
Televisión Española y TV Brasil, que narra la vida de Pedro Casaldàliga,
claretiano que con 40 años marchó de misionero a Brasil, más exactamente a una
remota zona del Mato Grosso. Allí poco a poco fue acercándose a los más pobres
y dándose cuenta de las tremendas injusticias a que se les sometía por parte de
los dueños de esas inmensas tierras, personas sin escrúpulos que bajo el
auspicio del gobierno militar de entonces, trataban a los lugareños como
esclavos. La muerte, la enfermedad y las vejaciones estaban a la orden del día
Esta
situación llevó Casaldàliga a liderar en aquel lugar lo que luego se llamó
Teología de la Liberación, una visión marxista de la religión, que en términos
de lucha de clases reivindicaba una Iglesia de los pobres, en contra de los
ricos y del capitalismo, visto por Casaldàliga como el gran pecado social. La
opción preferencial por los pobres, algo siempre promovido por la Iglesia
católica, distaba sin embargo mucho de los planteamientos marxistas de la
Teología de la Liberación, doctrina condenada por la Iglesa. Pero Casaldàliga
veía las cosas de modo distinto, y poco a poco se fue radicalizando hasta
llegar a ser partidario de promover una revolución eclesial que se oponía a la
tradición en otros muchos temas, como la ordenación de mujeres, el celibato de
los sacerdotes, etc.
La
extensa película, basada en un libro de Francesc Escribano y dirigida con ritmo
por Oriol Ferrer (Isabel), está lograda en su faceta formal y el guión tiene la
suficiente enjundia para atrapar porque las problemáticas importan. El
protagonista es en gran medida un hombre absolutamente ejemplar, hombre de fe
recia, heroico en su lucha contra la injusticia y coherente con sus ideas,
aunque éstas acaben chocando con la doctrina católica. Ideológicamente el film
está cerca de Casaldàliga y hay un sesgo nada conciliador al mostrar el
Vaticano y su política de acoger a todos y no sólo a los pobres. El entonces
Cardenal Ratzinger (entonces Prefecto para la Doctrina de la Fe) está dibujado
con un aire de desagradable superioridad, como una eminencia insensible e
incluso sibilinamente distante de los problemas que le plantea el ya obispo
Casaldàliga. Por lo demás, Descalzo sobre la tierra roja destaca por el trabajo
actoral, con un gran Eduard Fernández, aunque en algún momento resulte quizá un
poco afectado. Le acompaña un notable Pablo Derqui.
La
miniserie, que se rodó en Sao Félix do Araguaia (Brasil), donde reside aún
Casaldáliga Y acaba de ser reconocida en con numerosos premios.
Tomado de la página web: www.decine21.com
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