Un
hombre estaba un día haciendo oración cuando se le ocurrió hacerle una petición
atrevida a Dios: Que le concediera el de ver el Cielo y el Infierno. El Señor
decidió regalarle ese privilegio y llevó al hombre hacia dos puertas.
Al
abrir una de las puertas, el hombre miró dentro y vio que en medio del cuarto
había una mesa redonda. Encima de la mesa había una gran olla de comida que
olía tan deliciosa que al hombre se le hizo la boca agua. Las personas sentadas
alrededor de la mesa estaban muy delgadas, hambrientas, y de muy mal humor.
Cada uno tenía atado a su brazo una cuchara con un mango muy, muy largo. Todos
eran capaces de meter la cuchara en el guiso y llenarla, pero ya que el mango
era más largo que sus brazos, ninguno podía meter la cuchara dentro de su boca.
Luego
fueron y abrieron la siguiente puerta. Era exactamente igual que el primer
cuarto. Había otra mesa redonda con la misma gran olla de comida que volvió a
hacer sentir apetito al hombre. La gente estaba equipada con las mismas
cucharas de mangos largos, pero aquí la gente estaba bien alimentada y llena de
salud, riéndose y hablando.
El
hombre dijo: Señor… ¡……No lo entiendo........!
VÍDEO DE LA CAMPAÑA DE CÁRITAS.
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